viernes, 26 de octubre de 2018

Un poco de Naturaleza en Pyin Oo Lwin

Llegamos a Pyin Oo Lwin un poco tarde, por lo visto el tren iba con retraso... Además no teníamos reserva en ningún sitio por lo que tocó andar un buen rato. Al final llegamos a un hotel muy mono con un personal de lo más simpático, cosa que es bastante habitual por aquí. Una buena cena para reponernos y a dormir, que al día siguiente tocaba moto y muuucha naturaleza.

Era nuestro último día juntos los cuatro, ya que esa noche teníamos que coger el bus nocturno. Nosotros bajaríamos en Bago; y Jesús y María ya se iban a Yangon para coger un vuelo a Hanoi. Había que exprimir el día y dos eran los sitios más atractivos del lugar: el jardín botánico local y las alucinantes cascadas Anisakan.

Empezamos por el botánico el cual, además de plantas y árboles, estaba repleto de animales. Y caminando entre Naturaleza llegamos a unos estanques, llenos de cisnes y gansos. María no se pudo resistir a comprar unas rebanadas de pan de molde para cebar a todas esas aves (aunque las percas también estaban muy atentas y no dejaron ni una migaja). Después llegamos a un huerto con cientos de orquídeas. Luego subimos a la torre mirador desde la cual se podía divisar todo el recinto y parte del pueblo desde su último piso. Hay que decir que el edificio disponía de ascensor, pero eso sería hace tiempo porque estaba estropeado y tuvimos que hincharnos a subir escalones, no sabíamos que eso no era nada comparado con lo que nos vendría más adelante.

Al llegar al lago nos encontramos con unos monos un poco raros que tenían unas cejas muy peculiares y, al lado, un recinto con numerosas especies de aves. Y, antes de llegar a la salida, pasamos por un jardín lleno de flores de todos los colores. 

El paseo en moto fue refrescante ya que hacía un calor de justicia. Y llegamos a la entrada de las cascadas. Nos obligaron a dejar la motos en el parking y tuvimos que bajar a pie, una caminata que se empezó a hacer algo larga y, durante la cual, nos dimos cuenta que un hombrecillo nos acompañaba, ¿de dónde había salido? Pues menos mal que salió porque fue él quien nos guió por los frondosos senderos de la selva para enseñarnos los cuatro niveles de las cascadas (no sabíamos nada de eso), y se convirtió en nuestro guía. Tras un buen camino bajando entre selva pura llegamos al primer nivel de una cascada que ninguno de nosotros nos esperábamos que fuera tan impresionante como fue. El segundo nivel también. Y en el tercero nos pudimos echar al agua a bañarnos, a jugar con las lianas e incluso a caernos de mala manera y casi rompernos la crisma (fui yo, me caí por una cascada pequeña y casi me lleva la corriente). Nos lo pasamos muy bien.

El último nivel, el más inferior, nos brindó la vista insuperable de esa cascada alucinante que encima tenía un arco iris. ¡Es que deberían cobrar entrada! En fín, después de miles de fotazas le dimos una propina a nuestro guía y nos dispusimos a subir. Qué fácil es decirlo, ahora que ya estamos arriba.
Pero no os aconsejo que lo hagáis si no tenéis algo de entrenamiento. Porque 45 minutos de subida por rampas interminables, eso no hay cuerpo que lo aguante. Los lugareños se ofrecieron a llevarnos, a unos 10 euros mediante; y nosotros les dijimos que mejor subíamos andando "si eso". Pero era subir eh, vaya tela de cuesta tras cuesta; y los tíos de las motos subían y se paraban a mirarte por si tu fuerza de voluntad flaqueaba y acababas pagando. Pero bueno, como buenos españoles subimos hasta arriba y, con el corazón en la boca, ¡no pagamos ná!

Como unos campeones volvimos a recoger nuestras cosas y nos montamos en nuestro autobús, el último que compartiríamos y en el que nos íbamos a despedir horas más tarde.

Os dejamos unas fotillos entre Naturaleza.



































No hay comentarios:

Publicar un comentario