Otro viaje en autobús (menos mal que ya era el último) nos
llevó al hotel Ten Miles, cercano al aeropuerto. Todo un acierto por parte de
Marina por dos motivos: estábamos a dos pasos de nuestro vuelo de regreso y,
gracias a una promoción que encontró por Booking, ¡hotel de 5 estrellas con
piscina para descansar a lo grande!
Dejamos las cosas y nos fuimos al Bogyoke Market a comprar
regalitos y souvenirs varios. También nos pasamos por uno de los centros
comerciales más modernos donde la Boy Band del momento en Birmania se
encontraba en una firma de discos. Poco después nos acercamos, ya por segunda
vez, al barrio chino para cenar y tomar unas cervezas.
Y, al final, relax. Habitación de lujo, desayuno de lujo y
piscinita. Todo lo que uno necesita para hacerse a la idea de que le esperan
tres vuelos y más de 25 horas de avión y turbulencias.
La llegada a casa, después de tanto esfuerzo, nos recompensó con el reencuentro con nuestros pequeños. Es lo mejor de volver, tener a los chicos entre nuestros brazos otra vez.
Aquí lo dejamos, van un par de fotos. Os prometemos un post
final de resumen de este maravilloso país de ensueño.
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