miércoles, 17 de octubre de 2018

Llegada a Bagan. Primera parada, el Monte Popa

Tras 10 horas de autobús nocturno llegamos a la estación de Bagan y un enjambre de taxistas nos abordó para llevarnos al pueblo donde se aloja la gente: New Bagan. Después del regateo habitual conseguimos un buen precio,  lo que no teníamos era alojamiento.
El taxi nos dejó en medio del pueblo a las 5 de la mañana en el único hostel que tenía la luz encendida, allí preguntamos pero no nos quedamos porque era un pasote de caro. Lo que sí hicimos fue gorronearles el wifi. Y gracias a eso logramos encontrar un alojamiento muy cerca y bastante más razonable de precio.
Habíamos dejado el día gordo para mañana así que este día lo teníamos para apañar algunas cosas: buscar lavandería,  sacar dinero, poner al día los móviles, etc... Pero sí que nos hacía ilusión ir al cercano e impresionante Monte Popa.
En el hotel contratamos el transporte de ida y vuelta al Monte Sagrado, una minivan con unos 11 pasajeros de los que 8 éramos españoles y con un chófer que estaba loco o a tope de "Betel" (especie de veneno rojo que mastica la gente por aquí y que, aparte de dejarles los dientes rojos y un aliento pestilente, tiene efectos estimulantes); así le llamamos nosotros, mastiqueitor.
Más o menos a la hora y cuarto llegamos y, la verdad, es que la vista desde abajo es impresionante. Un templo rojo y dorado que se erige sobre la cima de la Montaña Sagrada. La subida no fue dura en cuanto a la exigencia de los 777 escalones, pero había monos. Había miles de esos cabrones correteando, gritando, haciendo ruido y robando; pero sobre todo cagando,
cuánta mierda por los suelos y nosotros descalzos, sí descalzos como en todos los templos. Así que imagínate subir 777 escalones llenos de caca y con un ejército de monstruos perversos vigilándote, toda una penitencia budista.
En fín que llegamos arriba y las vistas no decepcionaron, precioso. Además el templo es muy chulo, ahí suspendido en la montaña con el valle por debajo y los pueblos cercanos.
Tras el sucio descenso nos fuimos a tomar algo a un bar y a esperar al chófer loco. Toda vista desde abajo es fascinante. El conductor llegó puntual y, en tiempo récord, nos devolvió al suelo. Hubo alguno que lo besó y todo, vaya con el chófer.
Aún nos dio tiempo de tomar algo en la happy hour de un hostel cercano mientras jugábamos al trivial myarmano (sólo preguntas relacionadas con el pasado y el presente de Myanmar) contra otros guiris y donde quedamos a 2 puntos de la victoria. Por ahí había dos que habían estudiado mucho antes de venir. En fín, un día entretenido en el que, además, lavamos ropa y alquilamos las "e-bikes" (ya os hablaré de lo que son) para el día siguiente.
Van unas fotillos.




























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