jueves, 24 de diciembre de 2015

Delta del Mekong

Sí, volvimos a hacerlo. Tras barajar mil opciones, la que más nos cuadraba en horario y dinero era el autobús; con lo que nos tocó retomar un sleeping bus que, tras tropecientas horas y haciendo transbordo en la ciudad de Nha Trang, nos llevaría hasta Ho Chi Minh (antes conocida como Saigón). Otra vez aguantar un largo trayecto capitaneado por vietnamitas que no hablan ni papa de inglés y que bordes con los extranjeros son un rato. Pero bueno, todo pasa y cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos llegando.
En el trayecto conocimos a una pareja de españoles recién casados, Judith y Mark, con los que intercambiamos experiencias y opiniones. Ellos cruzaban el país en moto, como hemos descubierto que hace mucha gente, pero la lluvia les obligó a coger un bus (viajando con la moto en la bodega). Teníamos planes diferentes así que tras intercambiar números para, tal vez, coincidir en Bangkok en Fin de Año, nos despedimos.
En ese mismo autobús también conocimos a Junpei, un alegre japonés al que "adoptamos" y que estuvo con nosotros los siguientes días.

Desde el principio teníamos claro qué queríamos hacer y, para organizar el itinerario, decidimos basarnos en la meteorología, que últimamente nos la estaba jugando.
Elegimos adelantar la visita al Delta del Mekong, ya que parecía que el tiempo daba tregua. Si más adelante llovía, nos cogería en la ciudad que, aunque no es cómodo visitarla con lluvia, se lleva mejor.
Pasamos esa primera noche en Ho Chi Minh recogiendo las primeras impresiones mientras tomábamos unas cervezas con nuestro nuevo amigo Jun, quien se unió a nuestra excursión, y con el que además compartiríamos habitación un par de días.

La desembocadura del Mekong comprende una extensa área donde se agrupan un conjunto de pueblos pescadores, agricultores y artesanos. Un interesante lugar al que acercarse para conocer su cultura, sus raras costumbres, sus mercados flotantes y la ajetreada vida a las orillas del lugar donde muere el Mekong.
Tras leer mucho sobre la mejor manera de conocerlo y, teniendo en cuenta que solo teníamos 2 días para ello, contratamos un tour, que entre muchas cosas, incluía pasar la noche en la capital del Delta. No somos muy amigos de este tipo de "turistadas" donde no hacen más que intentar venderte cosas y donde el trato es algo "borreguil", pero bueno, la excursión fue bastante completa y vamos a decir que cumplió con nuestras expectativas.

El primer alto en el camino se hace en el cercano pueblo de My Tho, donde, antes de empezar el crucero, visitamos una preciosa Pagoda con enormes estatuas de Buda. Tras esto, embarcamos en un pequeño barquito donde navegamos las aguas, algo más claras, del río. Hicimos varias paradas en distintos islotes formados en el río: conocimos una granja familiar apícola donde degustamos té con miel, polen y jalea real y donde Miguel se hizo amigo de la mascota de la familia (ya veréis las fotos); visitamos una fabrica de caramelos y productos de coco, donde una persona empaqueta al día unos ¡6000 caramelos!; y, por último a degustar frutas tropicales (fruta del dragón, papaya, piña, algo parecido a un lichy, una especie de uvas con cáscara...) mientras escuchábamos cantos populares. A continuación dimos una vuelta en pequeñas barcas de remo (a las que llaman banana boat) por los estrechos canales rodeados de palmas, e imaginamos a los Charlys perdidos mientras el Vietcong les esperaba escondido para la lucha; una de las mejores cosas del tour.
Ya era mediodía, con lo que nos llevaron a comer a un turístico complejo donde, tras el almuerzo, tuvimos un rato libre para dar una vuelta en bici por la "isla". En ese punto conocimos también a una pareja de checos y a un austriaco que llevaba 3 meses viajando en bici, así que nos capitaneó en el camino. Antes de marchar pasamos por una granja de cocodrilos donde justo los estaban alimentando.
Tras tooodo esto, regresamos en barco hasta el autobús dirección a Can Tho, la capital del Delta. Allí pasamos la noche con nuestros nuevos amigos, aunque rápido caímos rendidos después del largo día.

A la mañana siguiente nos tuvimos que levantar a las 6:00, el itinerario incluía visitar el mercado flotante más grande de Vietnam (en el vecino Cai Rang), cuyo horario es de 5 a 9 de la mañana. Con las legañas aún pegadas allí que fuimos y, ¡menuda locura! Cientos de pequeñas, medianas y grandes barcazas vendiendo, sobre todo, alimentos e invadiendo cual piratas la nuestra para ofrecernos sus productos.
Tras esta experiencia de nuevo visita a una fábrica artesanal, en este caso de papel y noodles de arroz, donde pudimos ver todo el proceso de elaboración; y, a continuación, un paseo por unos jardines tropicales cercanos donde nos ofrecieron entre otras cosas una barbacoa de serpiente, rana, murciélago, cocodrilo o tortuga. Por supuesto que no lo probamos (menos al ver como golpeaban y echaban al fuego aún viva a una culebra). Esta gente se lo come todo, hasta los perros (uff).
Nosotros preferimos pasear por los campos y cruzar uno de sus "monkey bridges"  (puentes de un bambú, no aptos para desequilibrados) como ya experimentamos el día anterior.

Tras todo esto tocaba regresar a Saigón y, tras una noche y cena de despedida, nos separamos de nuestros compañeros de aventura para tal vez reencontranos más adelante en nuestros itinerarios.

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