No os voy a engañar, cuando armamos el viaje y hablamos de cruzar Laos, no tenía ni idea de qué atractivos turísticos tenía o dónde teníamos que ir.
Como nos ha pasado con todos los lugares, a medida que se acerca el día de partir a ese sitio desconocido, nos empapamos con la Lonely Planet y distintos blogs de viajes y en un momento nos convertimos en expertos sobre dónde tenemos que ir y no, qué hacer y cuál es la mejor manera de hacerlo.
Un mini resumen de Laos para que lo situéis. Se encuentra entre Tailandia, Vietnam, Camboya y China. Tiene una extensión de unos 236000km2 y su capital es Vientián. Habitada por unos ... de personas, ofrece grandes extensiones de verdes montañas, arrozales, majestuosos ríos, milenarios templos, un pasado franco-soviético implícito en su arquitectura y en su comida y una variedad étnica inmensa.
Nuestra primera parada fue Luang Prabang, una turística ciudad con una mezcla de refinamiento y encanto anticuado, protegida por la Unesco y atravesada por el gran Mekong y por su afluente el Nam Kham.
Una mágica ciudad donde empaparse de la cultura Laosiana, ver Templos por doquier, volverte loco con su artesanía local y alucinar con sus cascadas, cuevas y montañas. Un paraíso de relax y tranquilidad.
Para llegar elegimos el bus nocturno y sus 15 horas de trayecto (no os echeis las manos a la cabeza, para nosotros es un caminito, en realidad son muchos menos kilómetros de lo que pensáis); y, salvo por el aire acondicionado modo frigorífico, al final es hasta cómodo. La otra opción que nos hubiera encantado era una especie de crucero por el Mekong durante dos días. Era muy jugosa pero, perder tanto tiempo no entraba en nuestros planes, además de ser el doble de cara.
Cruzamos la frontera entre Chiang Khong y Huay Xai por un enorme puente sin ninguna incidencia. En este caso nos tocó pagar por el visado, más un dólar de propina a los guardias por ser más de las 4 de la tarde. Llegamos a la ciudad a eso de las 6 de la mañana y con los bartulos a cuestas fuimos en busca de una habitación. Tardamos un poco más que otras veces. El precio se salía de nuestro presupuesto (algunos sitios nos pedían precios iguales a España) y nos costó encontrar uno barato, pero nos salió bien la jugada salvo por el wifi que ha hecho que tengamos 3 o 4 entradas pendientes de publicar por un tiempo.
Una vez descansados, y con un mapa en la mano, salimos a recorrer la ciudad que, al igual que Chiang Mai, está plagada de templos (es curioso como sorprendernos cada vez es más difícil). Una de las cosas que más nos gustaron fue ascender al monte Phu Si donde tienes unas de las mejores vistas del lugar. En la cima hay un pequeño templo con un encanto especial (el That Chomsi) y ya en la bajada pequeñas cuevas y muchas figuras de Buda y hasta su "huella" impresa en el suelo.
Paseamos por las calles, vestigio del colonialismo francés y nos sorprendió la cantidad de banderas nacionales que hay en las tiendas, junto a banderas comunistas (probablemente reflejo del pasado soviético que también tiene la ciudad). Visitamos (solo por fuera) el que fue Palacio Real y el Teatro, así como los Templo más importantes de la ciudad: el Wat Xieng Thong y el Wat Wisunarat. En la siguiente madrugada asistimos a un ritual que se da a diario en el centro donde cientos de monjes recogen las lismosnas y ofrendas que los fieles les dan (arroz, frutos secos, dinero...)
Pero lo que más nos gustó fue el Mekong y su bravura. Caminamos a su lado, maravillados con las vistas y cruzamos la desembocadura de su afluente por unos puentes de bambú que aunque parecen poco firmes, aguantan sus corrientes sin problema. Y como no, sus atardeceres. Lo que se está convirtiendo en costumbre para nosotros, despedir cada día y dar las gracias por tener la suerte de estar viviendo todo esto.
He de añadir que yo también me enamoré del mercado nocturno de Luang Prabang, una interminable calle dos carriles repletos de puestos de artesanía mayormente local: ropa, telas, decoración, lienzos, plata...el mercado más bonito y auténtico de los que hemos visto hasta ahora. Una verdadera lástima no poder comprar apenas nada porque todavía queda demasiado viaje por delante (y las mochilas cada vez pesan más, auque nuestros hombros ya están más que curtidos).
El día antes de marcharnos conocimos una iniciativa local llamada Big Brother Mouse, donde los extranjeros, aparte de colaborar económicamente si quieren, pueden acercarse a un centro donde charlar en inglés con chavales para que practiquen, darles clases o leer algún libro o cuento.
Así que allí que fuimos, en calidad de tertulianos y durante algo más de una hora charlamos con varios chicos y una chica que nos enseñaron algo más de las costumbres y la forma de ser laosiana.
Sin más, aquí van unas fotos. En la próxima entrada os hablaremos de los alrededores de la ciudad y un par de excursiones a unas cuevas y a las cascadas más chulas en las que hemos.
Sentimos la tardanza, a ver si vamos publicando más a menudo que aquí (Vietnam) parece que hay mejor wifi.
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