Nosotros, al igual que sus habitantes, preferimos llamar Saigón a la hoy en día denominada ciudad de Ho Chi Minh; y es que hasta 1969, año en el que murió el comandante, ese era el nombre de la ciudad más grande de Vietnam.
Esta frenética urbe, es la más cosmopolita y diferente del país. Sus atemporales callejuelas llevan hasta antiguas pagodas y bulliciosos mercados, pasando por destartaladas tiendas con todo tipo de productos justo antes de desembocar ante futuristas rascacielos y gigantestos centros comerciales. Los fantasmas del pasado perviven en sus templos, iglesias, museos y palacios que hace solo una generación fueron testigos de una ciudad sumida en el caos.
Nosotros por ahora sólo habíamos conocido su animado ambiente nocturno, con calles y callejones repletos de gente comiendo y bebiendo, luces, vendedores ambulantes, música y ruido. Vamos, una explosión sensorial apabullante.
Tras la vuelta del Delta, tocaba fútbol, Miguel nos engañó para ir a ver la final de la copa a un bar donde como ya sabéis se llevó una alegría. Hubiéramos celerado más, pero estábamos cansados y teníamos muchos planes al día siguiente.
Era nuestro último día en el país. La visa expiraba el día 22, así que teníamos esa única jornada para conocer todo lo posible esta gran ciudad.
Nos levantamos tempranito, con la incertidumbre de qué habría pasado en España con las votaciones y, tras informarnos un poco, arrancamos el día.
Primera parada: Cu Chi. Este lugar a unos 40km al noroeste de Saigón, es toda una leyenda debido al papel que jugaron sus túneles como medio para que el Vietcong consiguiera mantener a raya al ejército estadounidense. En la visita, además de visionar un pequeño documental, un guía local (en nuestro caso hijo de un excombatiente) nos mostró el lugar: sus escondites, sus trampas, las huellas de las bombas y como no su historia. Al principio y 20 años antes del conflicto, los túneles a 3 metros de profundidad sólo los usaban como guaridas. Poco a poco fueron cavando más profundo, llegando a hacer túneles a 6, 8 y 10 metros de profundidad, donde los combatientes hacían vida. Tras conocer cómo vivían, y muchas anecdotas sobre lo que comían, bebían, sus vestimentas, y demás detalles, pasamos a entrar en los susodichos túneles, que han tenido que ser agrandados para que los turistas puedan acceder a ellos, y aún así, no apto para claustrofóbicos.
Tras esto, el recinto ofrece al visitante la opción de disparar una ametralladora o un rifle, a dólar la bala, que para unos pacifistas como nosotros no tiene ningún interés, pero que a los guiris les encanta.
Una visita obligada para todo el que quiera conocer mejor la historia guerrillera.
Tras finalizar la visita, tomamos la moto que habíamos alquilado y nos introdujimos en el mar de tráfico característico del país. Un caos donde, en cualquier momento, cualquier vehículo (moto, coche, carro, bici...) o peatón, puede cruzarse en tu camino y una experiencia más que no nos podíamos perder. Pero nuestro color de piel siempre nos delata y la policía nos paró por toda la cara. Ya habíamos oído hablar de la corrupción pero en este caso no tenían motivos para sacarnos el dinero así que, pese a que intentaron inventarse mil cosas, acabamos dándoles coba y nos sacaron ni un dólar. Finalmente nos dejaron ir.
Llegados a la ciudad y visto lo visto, creímos que lo mejor era dejar la moto y patear.
Saciados de templos y Pagodas decidimos que sólo queríamos pasesr por las calles viendo los parques, edificios y lugares más emblemáticos, como el Antiguo Edificio de Correos (que aún funciona como tal y donde puedes seguir pegando tus sellos a la antigua usanza), la Catedral de Notrre Dame (réplica de la francesa), el Ayuntamiento, la Ópera, Monumentos dedicados al gran Ho Chi Mihn, la ribera del Mekong y el Mercado Central (al que volveríamos en su edición nocturna para comprar nuestros sombreros vietnamitas que ahora nos acompañan a todas partes).
Solo elegimos visitar con más profundidad dos sitios: el Palacio de la Reunificación, lugar representativo donde Vietnam del Norte y del Sur se hicieron uno tras la guerra, y que hoy en día, aparte de atracción turística, es usado como salón para Asambleas y Conferencias Internacionales. El otro lugar, como siempre, un sitio bien alto para disfrutar del "skyline" de la ciudad y ya de paso de su atardecer. Elegimos la famosa (y cara) Torre Bitexco, el más importante centro de negocios de la ciudad y uno de los edificios más emblemáticos del país.
En resumidas cuentas, de nuevo, día agotador pero muy gratificante. Mi resumen de Vietnam: simplemente, un país imprescindible para cualquier aventurero, donde pese a que nos han quedado por ver muuuchas cosas, hemos disfrutado un montón.
Ahora camino a Camboya, a ver que nos deparan los próximos días. Un abrazo a todos y ¡gracias por seguirnos y apoyarnos tanto!
Pufff que angustia da esa foto de Miguel saliendo del tunel!!un beso chicos!
ResponderEliminarPufff que angustia da esa foto de Miguel saliendo del tunel!!un beso chicos!
ResponderEliminarY ves. Y eso qlos túneles los han agrandado para el turismo
EliminarSe os ve felices cabrones seguir pasándolo bien y mostrándonos muchas más cosas q no nos cansamos nunka,el campamento guerrillero ese s súper guapo 1abraxo fuerte
ResponderEliminarAleeex, gracias guapo. Un besito
EliminarA las barricadassssss ;-)
ResponderEliminarJejej
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