viernes, 18 de diciembre de 2015

Hue Imperial

De nuevo tocaba cambiar el campo base. Poco a poco queríamos ir bajando hacia el sur para cruzar la frontera con Camboya antes de que expirara nuestro visado de 15 días. La siguiente parada en nuestro improvisado itinerario era la antigua ciudad Imperial de Hue, considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Al Norte dejamos la posibilidad de viajar a Sapa, un impresionante lugar para hacer trekking, de uno o varios días, entre bosques y arrozales. Nosotros eso ya lo habíamos hecho en otros sitios y disponíamos de poco tiempo, así que lo dejamos para otra vez.

Para llegar a Hue, nos tocó volver a Hanoi a tomar un bus nocturno, y allí, despedirnos de algunos españoles que conocimos por el camino, en especial de Raúl, un catalán que, como nosotros, estaba viajando por el Sudeste por varios meses y al que se le acababa ya la aventura.

A la mañana siguiente, bien temprano, llegamos y nos instalamos en un albergue donde, por una vez, decidimos compartir dormitorio, entre otras cosas porque el sitio estaba muy bien y disponía de camas de matrimonio.
Como somos unos ansias, en dos minutos ya habíamos montado el itinerario y estábamos en marcha.
Lo más interesante que ver, aparte del hermoso río del Perfume, es el casco antiguo, concretamente el Recinto Imperial dentro de la ciudadela. Amurallado y rodeado por un foso, este recinto de 2,5 km2 de perímetro, alberga los restos de lo que fue el centro neurálgico en la época Imperial (la residencia del emperador, templos, jardines y edificios de la corte), o lo que el tiempo y la guerra ha dejado de ellos.

El Palacio de Thai Hoa, el complejo de Templos de To Mieu, la Residencia de Dien Tho, o los Jardines de Co Ha, entre otros, son clara muestra de la grandeza que la ciudad vivió.
También visitamos los Nueve Cañones Sagrados, protectores simbólicos del Palacio y el Reino, situados al lado de la Torre de la Bandera; y un par de Pagodas: la de Dieu De y la de Thien Mu, que vuelven a reflejar un tipo de arquitectura y tradición muy diferentes a lo que estábamos acostumbrados a ver, influenciada mucho más por la gigante vecina China.
Tras atardecer volvimos a nuestra marchosa calle donde tomar unas cervezas frías siempre tiradas de precio y, por qué no, una copita por lo bien que lo habíamos hecho.

Al dia siguiente, nos quedaban por ver las tumbas de los grandes emperadores de la ciudad de la dinastía Nguyen. Enormes recintos funerarios destinados al culto a los soberanos donde se engrandecen sus logros y se hace tributo  a sus vidas. Son siete tumbas y, por supuesto, ni siquiera nos planteamos intentar visitar todas (por la dispersión y lejanía entre éstas y su alto precio). Elegimos una que nos recomendaron, la Tumba de Minh Mang, la cual nos sorprendió muy gratamente por su arquitectura y hermoso enclave entre lagos, aunque en sí la tumba no la vimos ya que sólo abren las puertas del mausoleo un par de veces al año.

Por el camino, una vietnamita se empeñó en acompañarnos porque quería enseñarnos su casa y la zona (algo alejada de la ciudad) y nosotros, aun a sabiendas de que podía tener un doble trasfondo, aceptamos. Y no nos equivocamos. Tras enseñarnos su casa, invitarnos a un té y hablarnos de sus costumbres y de su vida, nos pidió dinero para los estudios de sus hijos. Lo sentimos mucho pero no le dimos nada, más que unas monedas por la bebida y salimos de allí, tanto rollo para intentar sacarnos la pasta. Más adelante descubriríamos que esa misma mujer le hizo lo mismo a otros españoles y era a eso a lo que se dedicaba

En fín, un pequeño mal sabor de boca que no nos amargó para nada la buena impresión que nos produjo esta hermosa ciudad vietnamita.
Aquí tenéis alguna foto.

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