14 horas no...¡al final fueron 16! Aunque no me extraña. Teniendo en cuenta el mal estado de la carretera Trans-Sumatra y la forma de tomarse aquí la vida, casi me parecen pocas horas: sucesiones infinitas de curvas que nos transportan a aquel Despeñaperros de antaño, sumadas a la noche cerrada y a las múltiples paradas (3 para comer, 1 para rezar y hasta 1 por avería). Lo importante es que llegamos.
Nuestro destino, el pueblo de Parapat, a orillas del enorme Lago Toba. Con una extensión de 1707km2, ubicado en la desmoronada caldera de un volcán inactivo y con 450m de profundidad, es el lago volcánico más grande del Mundo.
Pero no nos bastó con quedarnos allí, tomamos un pequeño ferry a Samosir, una isla formada dentro del lago, en realidad unido a tierra firme por un itsmo. Bastante turística en temporada alta cuando de todos lados del planeta llega gente con ganas de juerga o descanso, la teníamos casi para nosotros solos.
En esta isla dentro de una isla, habitan los Batak, un pueblo caníbal lleno de tradición. En la actualidad poco queda de esto claro, sus habitantes se dedican a la pesca y al turismo principalmente, y también tienen importantes creencias religiosas. En este caso son protestantes luteranos.
La lancha hace varias paradas en distintas zonas de Samosir, permtiendo al pasajero disfrutar de unas vistas increíbles.
Nosotros nos alojamos en el pueblo de Tuk Tuk, en una atractiva habitación doble con salida directa al lago, de las mejores en calidad/precio que hemos tenido. A pesar de que el tiempo no fue excelente, nos dio tregua permitiéndonos bañarnos, tomar el sol, comer muy rico y relajarnos de tanta paliza.
Samosir tiene mucho atractivo. Por la descuidada carretera que la rodea, y en moto por supuesto, pudimos explorar en primera persona la cultura Batak: sus tradiciones, sus mercadillos, o simplemente deleitarnos con el hermoso paisaje en el que se asientan sus pobladores.
Visitamos el museo local donde me tocó disfrazarme con sus ropas tradicionales. También nos pudimos sentar en las sillas de piedra wue conformaban el concilio de sabios del pueblo donde decidían a quién ejecutaban (Miguel se prestó a ocupar una de las rocas de ejecución y a punto estuve de llevarla a cabo, ¡qué poquito me faltó!).
Y así recorrimos los puntos importantes de la isla, la playa del norte, tumbas de reyes antiguos, y hasta encontramos por casualidad un restaurante vegetariano muy cuco.
En fín, dos días de relax para cargar pilas y continuar nuestro camino. Ahí van esas fotitos. En la que salgo en el embarcadero es un homenaje a mi querido Lago Atitlán de Guatemala
Es cabeza tiene que aguantar en su sitio, que le queda mucho que cavilar.
ResponderEliminarSe os ve de maravilla !!............ Co.