lunes, 18 de enero de 2016

¿Y cómo hubiera sido?

Algunos ya lo sabéis y para otros es una sorpresa, ¡hemos vuelto a Bali! El lugar donde empezamos nuestra aventura y que nos dejó tan buen sabor de boca. También iremos a Lombok e Islas Gili, lugares a los que nos apatecía ir antes de volver a España.

Lo único malo de volver a Bali es que, al estar tan cerca de Java, no podemos evitar, mirando el mapa, encontrarnos con esa espina. La espina que se nos clavó hace unos meses al saber que no podríamos subir al volcán Kawah Ijen, en la isla de Java. Sí, es cierto que también está en Indonesia, pero es en otra isla y a una distancia de 180 km por tierra y mar. Que sería una locura perder tantos días y dinero en transportes para, quizá llegar y que estuviera cerrado. O machacarnos con una hipotética odisea de dos días sin dormir y en moto desde el sur de Bali. Es mejor no pensarlo. Pero a lo mejor nos sacamos esa espina si os contamos cómo hubiera sido ese sueño imposible que, por desgracia, deberá esperar a otro viaje.

Hubiera sido genial acercarnos a la cantina de las taquillas y tomar un té caliente para templar nuestros huesos. Y, tras ésto, poder hacernos una foto en el cartel de la entrada a las 2 de la mañana. Tras ver esas puertas que, allá por Octubre, la Naturaleza nos cerró. Que emocionante hubiera sido enfilar la primera de sus rampas completamente a oscuras con la única ayuda de la luz de la Luna y las estrellas.

A saber cómo hubiera sido nuestra lucha contra el frío y la dureza de la ascensión más exigente de toda la isla de Java. Controlar nuestro ritmo para no desfallecer además de calmar los ánimos con cabeza fría ante un ascenso aparentemente interminable.

¿Que habríamos sentido al acercarnos a la cima y empezar a notar el olor tóxico del azufre gaseoso? No sé si hubiéramos controlado el pánico.

Qué bonita hubiera sido la sensación de victoria a la hora de coronarlo aun sabiendo que lo más difícil todavía no había llegado. Mirar aún a oscuras entre luces de linternas a ese cráter humeante de veneno amarillento, ponerte tu mascarilla y lanzarte sin pensarlo hacia la boca del Infierno.

Los dos habríamos dado mucho por bajar por esas rocas hasta el fondo de ese cráter e intuir, ya desde lejos, ese fuego azul intenso que desprenden sus rendijas. Acercarnos y mirarlo, a la par que va amaneciendo y observar, desde las entrañas de la Tierra, la inmensidad de la estructura de ese cráter de roca blanca, negra y amarilla.

Lo bonito que hubiera sido maravillarnos cuando la luz de Sol por fín apareciera y nos descubriera que, justo a nuestro lado un poquito más abajo, estaba el lago azul turquesa que hemos visto en tantas fotos y que tanto nos impresiona.

Intentar no quedar tocados tras observar la dureza del trabajo más difícil que hayan visto nuestros ojos. El de los mineros del azufre, los cuáles suben cada día tantos kilos como su propio peso de esa roca amarillenta. Sin mascarilla, a pecho descubierto. Seguro que alucinaríamos si encima cada vez que se nos crucen nos dedicaran su sonrisa, acompañada de un "buenos días".

Es que no sé por qué lo hago pero aún no he superado eso de haberme perdido la bajada amaneciendo por sus ya visibles laderas negras. Pasear entre montañas con, seguramente, una sonrisa de oreja a oreja mientras dura la bajada entre pinos y ceniza con las vistas, desde arriba, de la isla y del océano.

Vamos a dejarlo ahí porque es hacernos mala sangre, desde Bali aún estamos lejos. Muchos kilómetros en una moto y una paliza memorable. Lo dejamos para otra y lo guardamos en el sitio de las cosas pendientes que tenemos.

¿Y cómo hubiera sido? El Kawah Ijen se queda ahí, no como una espina, sino como un sueño incompleto. Bueno, aunque ya sabéis que dicen de los sueños, ¿no?

Que a veces...

3 comentarios:

  1. Lo conseguisteis!!!! Ole!!!! Vaya dos locos jjjjj besazos

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  2. Nos kerais engañar jodios!!!!m alegro k al final conocierais l volcán pasarlo bien aventureros

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  3. Ole!!!!me alegro de que os quitarais la espinita!!!

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