domingo, 17 de enero de 2016

Alrededores de Bangkok

Tocaba volver a nuestra nueva e improvisada casa. En dos o tres días teníamos que coger un vuelo y todavía nos quedaban algunas cosas pendientes en la Capital y cerca de ella.
En este caso elegimos otro sitio donde alojarnos. Habíamos pensado en comprar una maleta (que ya llenaríamos tras los últimos días de compras) y dejar, mientras, algunas de nuestras cosas aquí. Así no iríamos tan cargados las últimas semanas y seguro que no tendríamos problemas con el equipaje de mano para volar.
Nuestro nuevo hotel no era gran cosa pero tenía lo que necesitábamos: buen precio y una consigna que nos guardaría la susodicha maleta por algo así como 25 cts al día. Perfecto.

Una vez instalados, decidimos qué haríamos hasta el día 11, cuya noche ya sabíamos que nos tocaría pasarla en el aeropuerto (nuestro vuelo salía de madrugada).
Aparte de alguna pequeña visita pendiente, queríamos hacer una excursión a algún pueblito vecino. Concretamente, teníamos ganas de ver el mundialmente conocido como Mercado del tren en Mae Khlong y alguno de los tambien famosos Mercados flotantes. En nuestro caso, y por cercanía en el itinerario, el de Amphawa.

Por un momento pensamos en alquilar una moto, pero Tailandia lo bueno que tiene es que dispone de un transporte público "óptimo". Con lo que, ¿para qué complicarnos la vida?.
Bien tempranito, en la mañana siguiente, nos dirigimos al Monumento de la Victoria, donde salían las minivans hacia nuestros destinos.
A eso de las 10:30 ya estábamos en Mae Khlong deseosos de ver el frenesí de su mercado y ,como no, de su ajetreo al paso del tren. Pero...nuestro gozo en un pozo. Resulta que desde hace como 2-3 meses el tren ya no pasa por mitad del mercado debido al mal estado de las vías.
Pero bueno, ¿qué le vamos a hacer? Nos conformamos con imaginarnos, al pasear por la vía, lo que sería ver pasar a un enorme tren por ese pequeño pasillo atestado, a la par que los comerciantes como locos recogen sus mercancías (de todo tipo) en escasos segundos. Todo milimétricamente estudiado, mientras los turistas nos echamos las manos a la cabeza alucinando con que no haya ocurrido ningún atropello. 
Lo que si pudimos ver de primera mano fueron los infinitos puestos invadiendo los railes de una vía por la que paseábamos como dos compradores locales más.
(En las fotos adjuntaremos una de archivo donde aparezca el tren, para que os podáis hacer mejor a la idea de lo que era aquello, las demás son de nuestra cosecha).

Tras pasear e imaginar de un lado a otro por el mercado, tocaba saltar al pueblo vecino para ver su homólogo, pero en el agua. Poco más dio de sí el pueblo que no tenía más atractivo turístico que aquel.

En media hora ya estábamos en Amphawa, uno de los mercados flotantes más conocidos de Bangkok y Tailandia, aunque a nuestro parecer menos auténtico y algo más turístico que el que conocimos en Vietnam.
Este mercado que se celebra los fines de semana, congrega a locales y turistas que, además de poder hacerse con cualquier cosa imaginable, pueden degustar, a las orillas del canal, marisco y pescado fresco servido y cocinado directamente desde una barcaza.
En nuestro caso, como os imagináis, no lo hicimos, nos bastó con un buen plato de guiso con arroz.
Tras la comida, un paseo en barco para conocer mejor la zona, sus canales y vislumbrar de lejos alguno de sus extraños templos. El plato fuerte de este paseo fue, sin duda, observar la vida del mercado desde la misma perspectiva que todos esos comerciantes flotantes.

Cayó la tarde y tocaba vuelta a la ciudad. Llegamos antes del ocaso, justo para ascender al Golden Mountain, un templo en la cima de una colina, cercano a Khao San y que nos ofrecería un precioso y mágico atardecer rodeado de las oraciones y cánticos que profesaban en ese momento los monjes y los fieles allí reunidos.
Como veís, de nuevo día completito.

El resto del tiempo en la Capital, lo pasaríamos paseando por su centro, visitando el Wat Intharswihan, un templo con un enorme Buda y la casa-museo de Jim Thompson; fichando precios para nuestra vuelta, comiendo nuestros últimos Pad Thais y, como no, bebiendo nuestras últimas Changs al ritmo que sólo Rambuttri sabe llevar.

Ahí os dejamos unas cuantas fotitos.





















No hay comentarios:

Publicar un comentario