Siguiendo el consejo de varios amigos nos dirigimos a la región de Kanchanaburi. Una gran decisión habernos acercado aunque solo fuera por 3 días.
Entender Kanchanaburi es más fácil comparándola con una mesa con 3 patas. La primera es la Naturaleza, dentro de la cual se forjó la segunda: la Historia, y entre las dos dieron lugar una la tercera que es el turismo.
Está claro que Kanchanaburi ciudad está acostumbrada a los visitantes. Desde que llegamos a la zona donde está todo lo interesante desde el punto de vista turístico, pudimos comprobar la inmensa cantidad de negocios relacionados de una forma u otra con el ocio de los que, como nosotros, llegan a empaparse de Historia y Naturaleza.
Así, no nos costó encontrar alojamiento, esta vez sin piscina, pero a un precio de risa. La piscina ya la encontraríamos más adelante.
Además de su entorno, gente y clima; Kanchanaburi debe su fama a la Historia de la Segunda Guerra Mundial. Muchos conocedores de lo que pasó por aquí, ya sea por medio de los libros o gracias al cine (hay muchas películas sobre esta guerra, la que más fama dio a este sitio es "El Puente sobre el Río Kwae"), se acercan por aquí a ver en persona el escenario de tan importantes acontecimientos. Nosotros también quisimos conocerlo.
En la misma calle de nuestro hotel, a sólo 2 km andando, nos encontramos con el mayor reclamo sin duda de toda la provincia de Kanchanaburi: el antes mencionado puente que, evidentemente, sigue pasando sobre el mismo río Kwae. Y ahí estaba, intacto e inmune a los ataques del Tiempo. Hasta sigue pasando el tren y todo (es una "turistada", un minitrayecto de 50 km que te lleva desde Kanchanaburi hasta Sai Yok).
Además del puente, también tienen un museo dedicado a la Guerra con interesantes retales de la historia local relacionada con la misma.
Pero, ¿qué pasó aquí para que tanta gente venga a ver esta región del interior de Tailandia? La respuesta está en los libros de Historia, concretamente en el capítulo de la II Guerra Mundial.
Si en Europa se estaba liando la grande, la zona asiática no se quedaba atrás. Japón, aliado de Alemania, invadió amplios territorios en toda Asia Oriental. El Ejército Aliado (los buenos) hizo un intento desesperado por recuperar el terreno perdido. Y fue Kanchanaburi uno de los lugares donde se libró esta batalla. Los Aliados la perdieron, y los soldados que allí fueron derrotados, acabaron en dos sitios.
El primero, al que fuimos tras visitar el Puente y el Museo, fue el cementerio cristiano que se ubica en medio de la ciudad. Resulta sobrecogedor ver la cantidad de hombres que allí acabaron por culpa del absurdo, que es la guerra. También hay un monumento memorial con todos los nombres de los caídos.
El segundo lugar donde acabarían los soldados, en este caso los prisioneros, fue en la construcción de una línea de ferrocarril que uniría Kanchanaburi con la antigua capital birmana de Yangon. La intención de los japoneses era comunicar las dos ciudades para transportar mejor las armas y evitar el paso marítimo, que resultaba más peligroso.
Los prisioneros eran obligados a trabajar literalmente hasta la muerte, en unas condiciones infrahumanas. Día y noche construyeron las vías, atravesando montañas.
Para ver e imaginar cómo fue aquello, nos acercamos a dos lugares a 70 km de la ciudad (en moto, claro). Uno conocido como el "Desfiladero de la Muerte" y el otro uno de los tramos más simbólicos del "Tren del Infierno".
Llegados al primero y, tras visitar su pequeño museo, recorrimos la travesía que nos mostró el lugar donde se ubicaron esas vías en cuya construcción perecieron tantas personas (extranjeras y locales). Fue un paseo entretenido pero, en nuestra opinión, con demasiadas escaleras.
El segundo lugar fue más bonito, ya que el tramo de vía al que fuimos se mantenía aún intacto. Las vías abrazan el desfiladero creando, cuando pasa el tren, una imagen preciosa, digna de ver. Nos gusta pensar que tantas vidas sacrificadas en el camino, al menos, cobran sentido para darnos esa imagen de las vías, pase o no pase el tren, tan impactante.
Por último, y ya que teníamos la moto, fuimos al Parque Nacional de Erawan. Ya hemos comentado que el tercer punto fuerte de esta región es el maravilloso entorno en el que se sitúa. Y el mejor lugar dentro de este entorno son las famosas Cascadas de Erawan, situadas en este parque de mismo nombre.
El complejo contiene 550 km2 de vegetación de montaña, cuevas, lagos y las mencionadas cascadas. Tras informarnos bien, nos enteramos de que estábamos ante un complejo enorme y que, si nos atrevíamos a subir hasta lo alto de la montaña, podríamos disfrutar de los 7 niveles del río. Cada uno con una cascada diferente y con su correspondiente piscina natural para bañarte si te entraban ganas.
Las ganas entraron, pero nosotros nos esperamos a llegar a lo alto del séptimo nivel para decidir en cuáles preferíamos zambullirnos.
El parque es precioso, y la subida fue muy divertida. Para el chapuzón elegimos la séptima, como no, ya que estábamos en lo alto sudados y cansados; la cuarta, por tener una especie de tobogán natural sobre las rocas; y la segunda por ser las más espectacular y la que tenía la piscina más grande.
Tras ésto nos volvimos al pueblo a descansar, ya que al día siguiente nos esperaba el transporte de vuelta a Bangkok.
Dejamos unas fotos para ilustrar nuestra experiencia.
Interesante historia!
ResponderEliminarQ guapo l sitio chicos y las piscinitas dan gana d meterse ,bueno chicos pasarlo bien y cuidaros
ResponderEliminarSi!!un sitio increíble más para nuestra colección!!y un poquito de historia que ahora conocemos. Un besazo soles
ResponderEliminar