No sé qué es lo que tiene esta ciudad al Norte de Tailandia pero es un lugar en el que no tendríamos ningún problema en quedarnos a vivir. La mezcla de espiritualidad, artesanía y naturaleza, hacen de Chiang Mai un lugar perfecto para relajarse y disfrutar de sus calles, cultura, tradiciones y su rica comida (tiene mucha oferta vegetariana).
Falta nos hacía, porque llegar hasta aquí no fue nada fácil. Tras decidirlo en el último segundo y cambiar toda nuestra ruta, nos dispusimos a pasar el siguiente día y medio viajando y esperando en distintas estaciones. La cosa pintaba difícil. Eran las fiestas más importantes del Norte y no teníamos reservado nada, ni transporte ni alojamiento, pero ¿quién dijo miedo?.
Un barco y dos trenes nocturnos después llegamos a la estación de Chiang Mai. Eran las 5 de la mañana y no habíamos dormido nada (sólo conseguimos billetes para la clase económica, es decir, sin coche cama), así que el nuevo reto era encontrar alojamiento bueno, bonito y barato y que nos dejaran entrar en ese momento para descansar un poco. Pues ¡dicho y hecho! Todavía no sé cómo pudimos tener tanta suerte, dimos con un hotel bien situado, con piscina y a un precio bastante razonable.
Tras descansar unas horas, y darnos un chapuzón, armamos nuestro itinerario. Además de conocer la ciudad y disfrutar de su gran fiesta (el Yee Peng), reservamos dos días para hacer excursiones: una para conocer Pai, un pueblo hippie precioso donde hacer alguna rutita por el campo; e ir a conocer el Elephant Nature Park (uno de mis grandes sueños del viaje), un refugio para elefantes, rescatados de diversas formas de explotación. Pero de esto ya os hablaremos en los próximos días.
El centro de la ciudad se encuentra parcialmente amurallado y rodeado por un cuadrilátero perfecto de agua. Dentro del mismo, se localizan los principales templos y museos, pero fuera de ellos, además de muchos más templos, es donde se celebran todos los actos (cerca del río) y el lugar donde están la mayor parte de los tantos mercadillos artesanales, que por la noche se llenan de atractivas luces, colores, deliciosos puestos de comida y música en directo. Para llevárselo todo, siempre y cuando se te de bien el arte del regateo, claro.
Dentro de los cientos de templos que puedes encontrar por la ciudad, a nosotros nos gustaron mucho el Wat Phra Singh, el Wat Chedi Luang y el Wat PhanTao. En general, los grandes templos suelen tener una disposición bastante parecida: en el centro se encuentra el templo principal, con una representación grande de un Buda presidiéndolo; detrás del mismo suele haber un monumento o chedi, y al lado pequeños templosno santuarios auxiliares con diferentes motivos; además cerca suele haber un edificio donde duermen y viven los monjes. Así os podéis hacer a la idea de la disposición en el espacio.
Además de templos, paseamos por las calles del casco que dejan un resquicio de lo que algún día fueron, visitamos el Centro de Arte y Cultura de la Ciudad de Chiang Mai donde conocimos un poco más sobre la ciudad, su pasado (fue antigua capital de Tailandia) y sus tradiciones; provienen del pueblo Lanna. Tuvimos suerte de aprender un poco más, al adentrarnos en un colegio de esta etnia, que al ser fiestas invitaban a los turistas a conocerlos y saber de sus costumbres. Tuvimos hasta un guía personal.
Pero no podíamos conformarnos sólo con ver el centro así que tras alquilar nuestra respectiva moto, que nuestro trabajo nos costó, nos dirijimos al cercano y turístico templo Wat Phra That Doi Suthep, donde tras escalar sus casi 300 peldaños nos maravillamos con su arquitectura, su artesanía y sus vistas.
Además nos habían hablado de que cerca se encontraba el Palacio Real de "Invierno" (no pasamos porque era caro) y una cercana aldea, a la que llegamos cruzando la montaña, con unos bonitos jardines y una cascada. Nos trasladamos por un momento de nuevo a La Comarca.
Pero no todo iba a ser visitar y aprender, como siempre nos divertimos conociendo la marcha de la ciudad y, ante tanta caminata, pudimos (pude más bien, porque Miguel no se animó) disfrutar de un buen masaje tailandés. Elegí un centro de mujeres expresidiarias que estudiaron este arte durante su condena, al ser uno de los más reconocidos, pero fue imposible por las fechas que elegí, así que opté por la recomendación del recepcionista y acudí al Green Bamboo, donde un simpático tailandés me dejó como nueva.
Cualquier día podía ser bueno para dar un paseo por uno de los tantos Bazares Nocturnos y tomar un buen rollito de primavera.
¡
Vamos que aquí se está muy ricamente!
Lo k daría x un masaje jjjjj besazos pareja!!!!
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