Hasta ahora, salvo Phuket, el resto de las islas de Tailandia en las que hemos estado pertenecen a la provincia de Krabi. Pero esta región también tiene una parte peninsular. Y esa era nuestra siguiente parada. Llegar a Ao Nang (a tan sólo 10 km de la ciudad de Krabi, siendo su principal playa) y de ahí tomar una lancha o longtail boat a Tonsai.
Elegimos Tonsai para alojarnos, y no Railay Beach, por la diferencia de precios y porque cruzar de una a otra cuando la marea estaba baja suponía un paseo entre las rocas de unos 5-10 minutos. Ambas playas duermen entre altos muros rocosos y siempre están hasta arriba de turistas y escaladores por doquier; además se comunican por una travesía de unos 2,5 km cruzando la montaña.
La cosa comenzó complicándose, según nos bajabamos de la minivan que nos acercó a Ao Nang empezó a diluviar, de esa manera que sólo sabe llover aquí. De pronto hace un sol radiante y en 15 minutos el cielo está negro y el agua cae a cubos acompañada de rayos y centellas.
No habíamos comido todavía así que corrimos al primer restaurante local que vimos a resguardarnos y llenar la tripa.
Un par de horas después nos encontramos subiendo a una barca junto a otras 6 personas más y el barquero. El trayecto fue bien corto, pero lo mejor fue la llegada. Cual Desembarco de Normandía nos tuvimos que tirar de la embarcación bien lejos de la playa, al estar la marea baja. Con el agua por las rodillas y cargados con las mochilas con mucho cuidado para que no se mojaran, llegamos a la arena calados de muslos para abajo.
Por supuesto, no teníamos alojamiento y nuestra billetera estaba temblando al haber consultado los precios de las habitaciones en Ao Nang. Pero últimamente estamos teniendo mucha potra y conseguimos un bungalow un tanto rudimentario ¡a 5 euros la noche!.
La verdad que era un poco peculiar: abrimos la puerta y nos abofeteo el olor a humedad, una gran cama con su mosquitera, un ventiador y una silla era todo el mobiliario en un espacio enorme. Y al final, una puerta que daba al baño. Al abrirla vimos que era un patio cerrado donde podías duchararte con vistas a la montaña junto a alguna rana como compañera.
Una vez instalados, aseados y cambiados, salimos a conocer la zona y a cenar una rica hamburguesa de tofu, ¡ñam! Descubrimos el Chill Out , un bar bastante enrollado, al estilo cabañas de bambú, con música reggae, y lleno de escaladores, equilibristas y malabaristas. Todo un acierto.
No nos liamos mucho ese día, queriamos aprovechar la mañana siguiente y además por la noche nos prometieron un concierto.
Y eso hicimos, nos levantamos tempranito y, aprovechando la marea, cruzamos por las rocas a la vecina Railay. Se compone de 3 playas (la del este, la del oeste y la que más nos gustó: Phra Nang), varias cuevas, selva, montaña y como no, monos. Este lugar ofrece todo tipo de ocio: escalada, playa, espeleología, kayak... Un sitio imprescindible para quien venga al Sur de Tailandia, aunque un poco masificado con tanto guiri. Hasta encontramos puestos flotantes con comida occidental en la playa.
Nosotros no teníamos tiempo ni dinero para hacer un curso de escalada, ni experiencia para salir un solo día a practicar, pero donde fueres haz lo que vieres, así que hicimos nuestros pinitos trepando una ladera para ascender a un mirador que, vamos a ser sinceros, tampoco tenía nada de alucinante para el esfuerzo requerido (o eso, o que nos estamos malacostumbrando con tantas vistas guapas).
Además de bañarnos en sus azules y magnificas aguas, nadamos hasta un islote cercano y, como somos unos curiosos, nos adentramos en una cueva hasta que la falta de luz y el calzado inadecuado nos echó para atrás.
Quemados y cansados decidimos no esperar a que la marea nos facilitara el paso y escogimos volver caminando los 2,5 km que nos separaban de nuestro alojamiento por la selva. Un día completo vamos.
Pero no podíamos dejarlo así. Tras la ducha, descanso y cena pertinentes, nos fuimos al concierto que resultó ser muy divertido. Un grupo local tocando sus temas y unas cuantas versiones, con montones de hippies bailando y disfrutando como enanos. El mejor cierre para un día redondo.
Vamos con las fotos.
Que genial esa ducha!!!
ResponderEliminarJejeje total!!!
EliminarQue lugares!! se os ve gozando! los paisajes son increíbles y esa ducha llama a la vida; regalazo.
ResponderEliminarSeguir escribiendo chicos, es genial saber como os vais moviendo. Un beso enorme