sábado, 14 de noviembre de 2015

Enamorados de Koh Phi Phi

Sí, enamorados. De su verde, de su azul, hasta de su gris cuando cae un chaparrón. Cada centímetro de las dos islas que lo conforman es espectacular. Aunque todo tiene un pero. En este caso, el exceso de turistas y los precios abusivos para ser Tailandia.

Tras la mezcla de sensaciones que nos produjo Phuket, pusimos rumbo a las cercanas islas Koh Phi Phi, concretamente a la grande (y única habitada), Phi Phi Don. Su hermana pequeña, Phi Phi Leh, es mundialmente conocida por ser el escenario de la película de Di Caprio "La Playa", y desde entonces ha pasado de ser un paraíso oculto a una de las minas de oro del sur de Tailandia junto a la isla de James Bond o Pha Nga (aquí se filmó una de las pelis de la saga) y otras tantas dedicadas al buceo o a las Full Moon Parties.

El caso es que tras unas dos horas de ferry, llegamos a un embarcadero abarrotado de lugareños con carteles ofreciendo alojamiento, excursiones y cualquier servicio que uno requiera. Es sorprendente cuantas personas podemos hacinarnos en una isla en la que se llega caminando a todos lados.
Para variar no teníamos reserva y, al ver tal cantidad de gente que había, tuvimos que correr para ponernos con la búsqueda. Fuimos afortunados de no estar en temporada alta porque si no habriamos tenido que dormir en la playa. Dimos con un restaurante (La Mamita) en cuyo piso de arriba arrendaban dormitorios y nos tocó coger dos camas en uno compartido. Pero como dije tuvimos suerte y resultó que en las dos noches que pasamos allí no entró nadie más y lo tuvimos para nosotros sólos.
Un chapuzón y una deliciosa comida después, nos pusimos manos a la obra con nuestro cometido: buscar la manera más económica de ir a conocer la idílica y cinematográfica playa, más conocida como Maya Beach.
Fue entonces cuando volvimos a tener potra y dimos con un grupo de seis canarias que buscaban lo mismo que nosotros, así que finalmente conseguimos negociar con un barquero que nos ofrecía, para el día siguiente, una excursión de 6 horas para ver no sólo la susodicha playa, sino las costas de las dos Phi Phi, la isla Mosquito y la isla Bambú (dos vecinas), a la vez que la posibilidad de hacer Snorkel. La única condición que le pusimos fue salir muy temprano para evitar la horda de turistas que se reúne allí todos los días. Mejor imposible.

Hacía calor, así que nos fuimos con nuestras nuevas amigas a la Long Beach, donde empezamos a alucinar con el agua y los pececillos que había en esta costa.
Una vez refrecados, quisimos subir a ver la puesta de Sol a unos miradores dando una caminata y así descubrir un poco mejor el lugar donde nos encontrábamos.  Llegamos justo en el momento en el que el Sol entraba en el Mar y descendimos unas interminables escaleras que nos llevaron al pueblo, donde tras una ducha y una cena pudimos conocer también el ambiente nocturno que había por aquí. Nos sorprendió cuanta gente, aprovehando la euforia del momento y la borrachera, decide tatuarse al estilo tailandés (con bambú) en los numerosos locales 24 horas. Nosotros fuimos buenos y nos acostamos pronto. Al día siguiente tocaba un día largo y prometedor.

El despertador sonó a las 6:00 y, con tiempo más que de engullir un sandwich y lavarnos la cara, nos fuimos al embarcadero. Una lancha pesquera nos esperaba para arrancar con la excursión.
Conocimos la isla Phi Phi Leh, su cueva y sus bahías y, aunque no pudimos bajarnos en Maya Beach (solo por pisar la arena te cobran 10 eurazos), nos bañamos en una cala pegada donde se veía perfectamente.
Fuimos a la Monkey Beach, donde empezamos con el Snorkel, siendo aún mejor en Nui Bay, conocimos la isla Mosquito y nos dimos un último chapuzón en la isla Bambú. Al regresar vimos la parte del litoral de la Phi Phi Don que nos quedaba por conocer. Uno de los dineros mejor invertidos del viaje.

Al llegar, y como somos un poco masocas, volvimos al mirador a ver las mismas vistas del día anterior pero por el día. Nos llovió un poco aunqur pronto escampó y tuvimos nuestra foto de postal.
Esa noche deberíamos haber caído rendidos a la cama pero estabamos pletóricos, así que una ducha y a la calle, esta vez de juerga. Resultó que en una de las playas se montan espectáculos con fuego (a mi parecer peligrosos) como salto a la comba ardiendo, limbo ardiendo...en fín más de un borracho se levantaría al día siguiente algo chamuscado. Nosotros nos compramos nuestro cubito donde mezclar unos whiskys y al lío. Descubrimos un bar con música rock en directo y allí que acabamos.

Dos de los mejores días desde que estamos aquí. Visita obligada para quien venga a Tailandia y si no os lo creéis, mirad las fotitos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario