Toda capital dice mucho sobre cómo es un país, a veces para bien y otras no tanto. Y no iba a ser menos con la capital de Malasia. Kuala Lumpur es una ciudad con un sabor agridulce, llena de contradicciones. Y no, no sólo tiene las Torres Petronas como muchos piensan.
El sabor dulce lo da su mezcla, su pasado y su futuro, su calles y barrios, su comida. Lo agrio se ve sobre todo por las noches, con calles abarrotadas de gente sin hogar, sucias y algo hostiles.
Llegados a la última parte del viaje en trío, nos dispusimos a aprovechar cada momento que nos quedaba juntos en esta otra jungla.
Kuala Lumpur es la sexta ciudad más visitada del Mundo y su aeropuerto es uno de los más transitados de Asia debido a su situación estrategica para las escalas aéreas. Pese a ser una de las ciudades más grandes del Sudeste Asiático, su previsión de crecimiento en los próximos años es enorme y así lo reflejan sus calles, repletas de obras, pisos piloto y edificios por construir.
En medio de este caos de asfalto y rascacielos, emergen barrios tan pintorescos como Chinatown, donde los turistas cohabitan con templos y cientos de puestos de comida, ropa, electrónica y cualquier cosa que se pueda vender.
Pese a ello, la ciudad, en cuanto al tráfico, no resulta tan caótica como otras en las que hemos estado, además tiene muy buena red de transporte público.
Según llegamos lo primero, como siempre, fue buscar alojamiento. Teníamos varias opciones anotadas, pero al final tiramos de LonelyPLanet que pese a que no siempre tiene razón, nos llevó a una de las casas de huéspedes más económicas en las que hemos estado y que resultó ser de ambiente gay, lo que supuso que el primo tuviera mucho éxito al ser, aparentemente, el único soltero.
Ese día sólo nos dió para hacernos a la ciudad, hacer colada e ir planeando qué queríamos hacer los próximos 3 días.
A la mañana siguiente comenzamos la ruta. Decidimos comenzar por la cercana Chinatown. Un paseo por el Mercado Central y el cercano mercadillo de la calle Petaling (donde venden imitaciones de todo lo que uno pueda imaginar) nos sirvió para abrir boca. Visitamos los templos de Sze Ya y de Sri Mahamariamman (budista e hinduista respectivamente). La cosa iba de templos así que nos acercamos también a la Mezquita Jamed y la Nacional, dos de las Mezquitas más importantes de Asia (solo entramos a la segunda con una guía voluntaria, y nos vistieron de pies a cabeza, velo incluido).
El resto del día lo ocupamos viendo la Plaza de Merdeka (Independencia), el museo de la Ciudad de Kuala Lumpur (donde nos reflejaron la previsión de crecimiento de la ciudad para los próximos 5 años con una inmensa maqueta), la vieja estación de tren, el Museo Nacional y el Monumento Nacional con sus jardines. En resumen, una pedazo de caminata para ver casi toda la zona centro de la capital.
El segundo día decidimos empezar por nuestra visita más alejada, las Cuevas de Batu, un sistema compuesto por 3 grutas. La más conocida, la cueva Templo con su santuario hinduista. Es accesible por una escalera de 272 peldaños y está protegida por una estatua de Murugán (Dios hindú de la guerra) de 43 metros. Tras conseguir subir y bajar a salvo de los monos que se dedican a intentar robar comida o lo que pillen a los turistas, cogimos el tren hacia el sur para retomar la ruta. Tras la comida, en un vegetariano, nos dirijimos a un enorme centro comercial de la zona Bukit Bintang donde Miguel consiguió un móvil de segunda mano porque el suyo había muerto y yo una cámara tipo GoPro que me está viniendo genial en la playita.
Pero venía la mejor parte, la visita a las enormes Torres Petronas de 88 pisos y 452m de altura, a las que no subimos por ser carísimas. Donde sí fuimos fue a la Torre Menara para ver el skyline de la ciudad por la noche.
El tercer día lo guardábamos para hacer una visita relámpago a Malaca, pero era sábado y encontramos la estación abarrotada de gente, con lo que no pudimos coger el bus que queríamos. Cambiamos de planes. Visita a algún extraño mercado popular, al barrio antes conocido como Little India, unas últimas compras, y hasta nos colamos en un hotel de 5 estrellas para tener vistas del distrito financiero por el día.
Vamos, un no parar culminado con una borrachera de despedida a Jesús y que terminó con el encargado echándonos de la azotea de nuestro hotel por culpa de un chino gritón.
Dejamos unas pocas fotos, como siempre, para que veais cómo es la capital de Malasia. ¡Primo va por ti!
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