miércoles, 22 de marzo de 2017

Nos quedamos en Port Barton

Y, ¿cómo no nos vamos a querer quedar? Si este pueblo es un paraíso.
Por eso no nos extrañó conocer a una mallorquina que ha montado un restaurante para quedarse a vivir aquí. Bueno, y al parecer hay varios españoles más que han hecho lo mismo.
Port Barton es un pequeño pueblo de apenas dos calles, justo a mitad de camino entre Puerto Princesa y El Nido. Pertenece a la provincia de San Vicente y hasta hace unos pocos años era un total desconocido para los turistas. Hoy en día somos muchos los que hacemos una parada en este lugar buscando tranquilidad,  playas de ensueño, atardeceres inigualables y el cielo con más estrellas que he visto en mi vida.
Este humilde pueblo ni siquiera dispone de luz, salvo unas horas al día (de 18:00 a 24:00) donde unos generadores abastecen a los hostales, restaurantes y casa locales.
La mejor manera de llegar hasta aquí es tomando una minivan que en algo así como 3 horas te deja en tu destino. En nuestro caso la contratamos directamente en la pensión de Puerto Princesa ya que estábamos lejos de la estación y el precio apenas subía por venir a recogernos.
Bien tempranito ya nos estaban buscando y, tras varios cabezazos para intentar dormir sumados a los últimos 20 minutos de la tortuosa carretera de entrada, llegamos a Port Barton. Y nada más bajarnos de la furgoneta supimos que habíamos hecho bien en venir a este encantador pueblo.
Nos alojamos en El Busero, una guesthouse y restaurante que, pese a no ser de los mejores sitios que hemos estado, tenía una ubicación insuperable a la orilla del mar y con unas increíbles vistas.
Rápido nos invadió esa sensación de haber llegado a un sitio que nos iba a encantar y nos pusimos los bañadores para lanzarnos a la playa.
Al primer sitio que fuimos fue a la "White Beach": una playa que, como su nombre indica, tiene arena blanca y aguas cristalinas, con un inmenso campo de palmeras a su espalda.  Pero nos dimos cuenta de que el camino continuaba y lo seguimos hasta llegar a la que, para nosotros, era la verdadera "White Beach". Una lugar que podría competir con cualquier playa paradisíaca del Caribe pero con muy poca gente. Una maravilla.
Después de pasar dos o tres horas chapoteando, comiendo algo y tomando el sol decidimos regresar al pueblo y tomar la dirección contraria para llegar a las cascadas Pamuayan antes de que anocheciera. El camino se nos hizo algo pesado, siempre acabamos dándonos una buena paliza caminando, pero el resultado, al llegar un poco más tarde, fue que nos encontramos sólos. Teniamos la cascada para nosotros nada más. Segunda maravilla del día.
Después de un rato, los mosquitos empezaron a molestar un poco con lo que tocó regresar al pueblo tras un día completo a cenar algo y descansar.
A la mañana siguiente y, tras dormir como 10 horas, nos levantamos con ganas de más. La noche anterior habíamos decidido contratar un "Island Hopping", una excursión por las islas vecinas.
Llegamos al puerto donde una bangka nos esperaba junto a otros tres compañeros: la pareja de Sams (ella y él) y Jay. Con nosotros dos, hacíamos cinco, más los dos barqueros Chris y Yhum, completábamos la tripulación del barco. Y nos dirigimos a recorrer los alrededores.
Nuestras paradas fueron: un par de arrecifes donde pudimos hacer snorkel junto a muchos peces y corales, un par de playas ancladas en dos pequeñas islas (Paradise Island, en la que nos dieron de comer, y Exotic Island), un punto de avistamiento de tortugas gigantes donde tuvimos la suerte de ver y nadar con una, la "Double Island" donde caminamos por la lengua de arena que comunica dos islas entre si y otra isla diminuta donde pudimos ver estrellas de mar (Aquí hago un inciso. ¡Por favor no cojáis ni toquéis las estrellas de mar! Es perjudicial para ellas). Como plato fuerte y, para terminar, una breve parada en una hermosa playa en German Island donde nos terminamos de relajar.
Al final, unas 7 horas de una excursión que tuvo un poco de todo.
Lo mejor, que según trascurrían las horas fuimos charlando con nuestros compañeros europeos y filipinos, y el día fue mejorando por momentos.
Cuando finalizó el tour decidimos continuar la tarde tomandonos unas cervezas juntos mientras el Sol caía. Elegimos el "Natives Bar", en la misma playa donde acabamos viendo una puesta de Sol espléndida.
Dos horas más tarde ya estábamos duchados y cenando todos juntos en el restaurante Gorgonzola, de dueña española afincada en Filipinas y donde comimos unas pizzas de masa super fina que estaban riquísimas. Cómo no, continuamos la fiesta tomando unos cubatillas en un pub con música en directo. 
¡Dos días inmejorables! Tal vez sería un sitio perfecto donde poder pasar una temporada. Ahí lo dejo... y ahí van esas fotos.

9 comentarios:

  1. Me tenéis enganchada!!! Que necesidad de playa me estáis creando jjjjjj
    Seguid contándonos pareja!!! Aki si k me iría sin pensarlo 😜 Bssss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ole esa Ana!gracias por el feedback. Nos encanta escribiros y que os guste. Por cierto como lo llevas?Besitos para toda la family

      Eliminar
    2. Aki os seguimos en la distancia jjjjj de momento con mal estar xo bueno.... ya pasará bss pareja

      Eliminar
  2. Joder niños cómo os lo montais!!!, seguid poniéndonos los dientes largos. Aquí ha vuelto el frío. Todo lo que escribís se queda corto una vez que ves las fotos.

    ResponderEliminar
  3. Seguiremos seguiremos!jejeje Todavía nos queda muuucho por ver y por contar. Ánimo con el frío que ya mismo llega el buen tiempo. Besos solete

    ResponderEliminar
  4. Yo también os sigo. ¿ Encontrando a Nemo? : ))))
    Co.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias!!!☺☺
      Ya de vuelta y con ganas de seguir recorriendo mundo y buscando muchos Nemos más!jeje

      Eliminar
  5. Pero qué pasada!!! Seguid disfrutándolo!! Un besazo enorme

    ResponderEliminar