¿Qué más se puede decir? Qué más, tras tantos días caminando sin rumbo entre el tiempo, la suerte, la gente y la sorpresa. Hoy, ya en tierras que nos son menos ajenas, nuestros ojos ya olvidaron un poco todo eso de ver tantas cosas nuevas. Todo tan distinto y tan nuevo.
El contraste fue tremendo al volver, el cálido recuerdo del cariño más cercano, choca con aquella emoción de estar tan lejos, tan perdidos y tan poco preparados. Lo que echabas de menos allí, vuelve a estar cerca, y esos a los que añorabas te preguntan sobre muchas cosas, esas a las que ahora echas de menos.
Ya no flotamos en el tiempo, ya no surcamos el espacio. Cuántos sentimientos encontrados.
Antes no pensábamos casi en lo que estaba aquí porque estábamos allí, muy adentro. Y cuando lo hacíamos, siempre sabíamos que de aquí nada se marcharía. Mientras hoy, nosotros ya nos hemos marchado y sí que pensamos que puede que ya nunca volvamos (eso será complicado).
Hasta este punto llegó el viaje, la cuenta atrás se detuvo justo a la vez que abandonamos el lugar donde nuestro tiempo se acabó.
Y ahora no podremos borrar el reflejo en nuestros ojos, la marca en la piel, el matiz de la mirada del que ha visto tanto, y esa arruga permanente que se creó tras sonreír y sonreír, y no parar de hacerlo desde el día que la primera puerta se abrió ante nuestros ojos, desde que que cruzamos la primera frontera.
Ya probamos a decir gracias, allá donde nadie nos escuchó, ni siquiera lo entendió, pero qué más da, si seguro que ya lo saben. Menos aún desde aquí poder mandarles nuestros recuerdos, no los recibirán, nunca. Pero, al menos, para nosotros es un consuelo saber que algún día volveremos a estar en aquel lugar en el que, ya por segunda vez; podremos pasear, encontrar y rememorar viejos tiempos con otros viajeros, ni mejores ni peores, pero nuevos compañeros.
En vez de volcanes son ciudades, las palmeras dejan naranjos en su lugar. El calor se hace frío, y luego calor, pero de otro tipo. Ya no es Bangkok, no es Chiang Mai, ni es Saigón. Son Madrid, Málaga, Cádiz, Sevilla y Toledo. Igual de bonitas, puede que mejores incluso, pero con un sentir mucho menos exótico ni aventurero.
Sólo nos queda empezar de nuevo y dejar ese tiempo dentro de un recuerdo guardado en el cajón de los mejores sueños. También, por supuesto, deseamos hacer partícipes de todos y cada uno de los momentos vividos en aquellos 4 meses, a todos los que nos siguieron. Todos han estado con nosotros en cada momento: por las calles de Hanoi, en la selva de Sumatra, las calas de Lombok, los meandros del Mekong laosiano o las cimas más agrestes de los volcanes de Java.
Gracias por estar, por acompañar y por venir. Por hablar con nosotros. Gracias a la familia, por supuesto. Y en especial a nuestros compañeros, los que comentaron con nosotros nuestros movimientos: Ana, Alex, Raquel, Sandra, Cots y alguno más que seguro que me dejo. No olvidamos a ninguno, porque ninguno nos dejó de acompañar.
Ahora sí, y ya con 3 semanas en casa, es momento de decir que hemos vuelto, ya nos hemos ido de allí. Pero para nosotros no será solo un recuerdo. Es un trozo inolvidable e imposible de borrar, jamás en nuestras vidas.
Es un topicazo, sí, pero ahí va: ¿adiós Sudeste Asiàtico? No. Hasta pronto.
Quizás, antes incluso de lo que nosotros creemos. Sabemos que volveremos.
Este blog no es el primero ni el último sobre el tema, pero es el nuestro...y como queremos que todo aquel que quiera acompañarnos en nuestra aventura oriental pueda hacerlo, os dejamos aquí nuestras experiencias, impresiones e ilusiones para que o hagáis a la idea de lo que estamos viviendo...porque como alguien dijo una vez: "lo importante no son los años de tu vida sino la vida de tus años"
viernes, 26 de febrero de 2016
viernes, 29 de enero de 2016
Shopping
Ya de vuelta en Bangkok. Últimos días de nuestro periplo
mochilero y sólo nos quedaba hacer una última cosa: ¡Compras!
Llevábamos mucho tiempo pasando por decenas de mercadillos
donde poder comprar de todo pero, por no cargar más peso o por no salirnos
mucho del presupuesto, nunca nos lanzábamos a adquirir nada. Bueno para que os
voy a engañar. Hablo en plural cuando en realidad era yo la que estaba loca por
comprar regalos, recuerdos y todo tipo de trapos que pudiera. A Miguel no le
quedaba otra que aguantar el chaparrón.
Nuestro vuelo salió bien temprano de Bali y, por la salud de
Miguel, ya no llovía y fue tranquilo.
Con el nuevo cambio horario llegamos a eso de las 11:30, pasamos inmigración sin problemas (aunque, por un momento, con tensión al ver que no dejaban pasar a los chicos de delante), y en una hora estábamos en el "Merry V", nuestra segunda casa.
Con el nuevo cambio horario llegamos a eso de las 11:30, pasamos inmigración sin problemas (aunque, por un momento, con tensión al ver que no dejaban pasar a los chicos de delante), y en una hora estábamos en el "Merry V", nuestra segunda casa.
Ese día lo dejamos para nosotros. Descansar y dormir (que lo habíamos hecho poco esa noche), hacer varios trámites por internet, recuperar nuestra maleta, pasear y preparar el siguiente día que iba a ser completito.
Los fines de semana se celebra un gran mercado en Bangkok en
la zona de Chatuchak Park. Es algo así como el Rastro de Madrid
pero más grande y dura 3 días. Nosotros sólo teníamos el domingo.
Nos levantamos con las pilas cargadas y tras vaciar una de nuestras mochilas, allí que fuimos dispuestos a llenarla de nuevo.
Nos levantamos con las pilas cargadas y tras vaciar una de nuestras mochilas, allí que fuimos dispuestos a llenarla de nuevo.
El día estaba nublado, incluso llovió un poco. Además las temperaturas habían bajado un poco, lo que hizo más llevadero el tute. Con el calor que estaba haciendo días atrás...
El Mercado es una locura. Cualquiera acabaría desquiciado
allí. Cientos de puestos, tal vez lleguen al millar, con cosas para todos los
gustos y bolsillos. Nuestra norma: regatear fuerte e intentar conseguir buenos
precios. Y es que los precios nunca suelen aparecer reflejados. El vendedor
dice una cantidad que a veces es el doble o más de lo que cuesta el artículo, y
ahí empieza el juego.
Todavía recuerdo la primera vez que nos tocó discutir un precio, qué pardillos. Creo que ahora sería capaz de sacarlo todo por mucho menos.
Todavía recuerdo la primera vez que nos tocó discutir un precio, qué pardillos. Creo que ahora sería capaz de sacarlo todo por mucho menos.
Hay tiendas donde tienen los precios fijados en letreros, ahí no se regatea, tal vez sólo si te llevas varias cosas puedes conseguir un pequeño descuento. Luego están los que empiezan por una cantidad y en menos de un minuto te están ofreciendo el producto a menos de la mitad sin que tú hayas dicho casi ni mu (o no han vendido nada o saben que no te la cuelan); y los que son duros de roer, que hasta se medio enfadan cuando llegáis a un trato porque querían haberte sacado más. Todo un arte ésto del regateo. Nos pegamos allí todo el día discutiendo con unos y otros.
Pero el Chatuchak Market no es sólo eso. Es todo un
espectáculo. Puestos de comida de todo tipo por todas partes, músicos tocando en cada
esquina, locales de moda con "djs" pinchando, hasta un asturiano muy
peculiar haciendo paellas a destajo.
Lo dicho, aquí se encuentra de todo. Pese a eso, a veces es un
poco más de lo mismo. Cuesta bastante encontrar un sitio que tenga cosas más
originales. Eso me trae a la mente los mercados de Ubud, Chiang Mai o Luang
Prabang, entre otros. Ahí sí que me hubiera puesto fina. Pero bueno, no nos podemos quejar. Compramos un montón de cosas y no nos
volvimos muy locos para encontrarlas.
Por la noche, pese a que teníamos intención de salir, estábamos muertos. ¡Cómo cansa esto de las compras y el consumismo descontrolado!, lo habíamos olvidado.
Por la noche, pese a que teníamos intención de salir, estábamos muertos. ¡Cómo cansa esto de las compras y el consumismo descontrolado!, lo habíamos olvidado.
El día siguiente, el 25, era nuestro último día. Jornada de
caprichos y melancolía. Última Chang, último Phad Tai, último paseo por
Rambuttri... hacer las maletas y esperar a que pasara la noche para no alargar
más la pena del que termina una etapa.
Estas líneas las escribo desde el aeropuerto de Moscú, donde
hacemos escala tras un primer vuelo de 10 horas. Último arreón y llegamos a
casa. Vuelta a la "normalidad", con muchos proyectos nuevos e
ilusión.
Estos próximos días seguiremos publicando cosas. Tenemos todavía mucho que contar y recordar... ¿os animáis a seguir leyéndonos?
lunes, 25 de enero de 2016
Pros y contras de viajar
El viaje va acercándose a su fín y, como es normal, estos días nos da por pensar, recordar y reflexionar mucho sobre todo lo que hemos vivido.
Han sido 4 meses muy intensos donde hemos experimentado de todo y en los que hemos descubierto que viajar es una auténtica adicción.
Han sido 4 meses muy intensos donde hemos experimentado de todo y en los que hemos descubierto que viajar es una auténtica adicción.
Llegados a este punto teníamos ganas de hablar, desde nuestra perspectiva como mochileros, de lo bueno y lo malo de emprender una aventura como la nuestra; o de viajar en general.
Como todo en esta vida mejor empezar por las cosas "malas" o menos buenas y quedarnos siempre para el final con lo mejor.
Nuestros contras:
No son contras como tal, pero son cosas con las que no contábamos o que nos han dado la lata más de lo que nos hubiera gustado:
- Los bichos y sus picaduras. Creo que nos han picado todo tipo de insectos, sobre todo a mí: mosquitos, arañas, pulgas, hormigas... No veo la hora de dejar de rascarme. También hemos sido, en ocasiones, hasta comida para los peces.
En este grupo meto a los piojos. Sí, hemos tenido. Es más, creo que los he tenido casi todo el viaje. Porque, por más potingues que me he echado en la cabeza y más tirones de pelo con liendreras, a los 10-15 días acababan volviendo. Un rollazo, pero tranquilos que en España estaremos desparasitados antes de ir a ver a nadie.
En este grupo meto a los piojos. Sí, hemos tenido. Es más, creo que los he tenido casi todo el viaje. Porque, por más potingues que me he echado en la cabeza y más tirones de pelo con liendreras, a los 10-15 días acababan volviendo. Un rollazo, pero tranquilos que en España estaremos desparasitados antes de ir a ver a nadie.
- Los bichos más grandes y no tan bichos. Aquí metemos a todo tipo de cucarachas, escarabajos, lagartos, ratas y demás fauna con la que nos hemos cruzado en muuuchas ocasiones. Al principio nos costó alguna noche en vela, ahora como si nada.
- En cuanto al resto de los animales, ya sabeis que tengo una sensibilidad especial hacia ellos y en más de una ocasión he tenido que tragar saliva para no liarla. Trekkings con elefantes, zoos, caballos tirando carros, animales para el disfrute y entretenimiento del turista... he visto muchas formas de maltrato que no me han gustado nada. Por suerte también santuarios, reservas y protectoras donde luchan y aman a todos los seres y los protegen de todas esas barbaridades.
Aquí no tienen muchos escrúpulos a la hora de comer y, a veces echan a la cazuela todo lo que pillan: perros (en Vietnam), cocodrilos, serpientes, gusanos, arañas, escorpiones... ¡qué horror!
Aquí no tienen muchos escrúpulos a la hora de comer y, a veces echan a la cazuela todo lo que pillan: perros (en Vietnam), cocodrilos, serpientes, gusanos, arañas, escorpiones... ¡qué horror!
- No me olvido de los niños. Hemos visto pobreza, sí. Pero lo que más nos ha indignado es cómo son usados en alguna ocasión para dar pena a los guiris y sacarles unos dólares.
- Sentir en ocasiones que todo el mundo te intenta timar y, por ello, volverte desconfiado. A veces parece que todo el mundo intenta sacarte el dinero porque, como eres occidental, eres rico. Nos ha tocado torear y regatear mucho y, en alguna ocasión, hemos sido malpensados con las buenas intenciones de gente que simplemente quería ayudarnos. Cansa decir que no tantas veces al día y saber que siempre estas pagando un poco de más.
También meter aquí el sentimiento de ser un borrego que te hacen experimentar con algunos tours. Mola más ir siempre por libre pero no siempre es posible.
También meter aquí el sentimiento de ser un borrego que te hacen experimentar con algunos tours. Mola más ir siempre por libre pero no siempre es posible.
- Y, hablando del dinero, tener que llevar un presupuesto es agotador. Si quieres que el viaje dure no puedes derrochar, aunque a veces te des tus caprichos. Más en nuestro caso que teníamos por delante un viaje sin fecha final y sin ingresos mensuales. Todo un reto en algunas ciudades.
- Estar siempre alerta. Llega a ser agotador. Estar siempre pendiente de las cosas de valor, pasaportes, dinero... y todas las medidas de seguridad que os imaginéis. Nosotros no hemos tenido ningún problema, salvo un intento de hurto que frenamos rápido, pero conocemos casos de robos que te chafan el viaje.
Además de que no te roben, que no pierdas o se te rompa nada. El móvil de Miguel se estropeó y fue una lata conseguir otro y las cámaras se han rayado... no sé si habréis percibido que algunas fotos tienen una pequeña mancha clara, es del objetivo.
Además de que no te roben, que no pierdas o se te rompa nada. El móvil de Miguel se estropeó y fue una lata conseguir otro y las cámaras se han rayado... no sé si habréis percibido que algunas fotos tienen una pequeña mancha clara, es del objetivo.
- Las mochilas. Haz, deshaz y vuélvela a hacer. Llevar todas tus cosas sobre los hombros durante tanto tiempo es un coñazo. Qué decir cuando te toca caminar 5 km, aguantar 40 grados o que te caiga el diluvio universal. Vamos que estamos deseando perderlas de vista.
No tener una casa y estar moviéndote cada 2-3 días también es algo para lo que necesitamos un descanso.
No tener una casa y estar moviéndote cada 2-3 días también es algo para lo que necesitamos un descanso.
- Las fronteras. Lo que empieza siendo una divertida colección de sellos en tu pasaporte, se convierte, con el paso de tiempo, en un rollo. Colas, horas de espera, calor... el guardia de turno que no sabes por dónde te va a salir, el dinero que a veces te quieren cobrar de más por que sí. En fín, que a la larga es un rollo.
- Como último punto: el transporte. No sabíamos donde meter este punto. En realidad es parte del viaje y, en muchas ocasiones, una experiecia inolvidable más. Han sido muchos los buses, camionetas, trenes, barcos, aviones y todo tipo de vehículos que hemos tomado. Si sacamos un punto negativo es que no nos hubiéramos imaginado nunca que se podría tardar tanto en recorrer una distancia tan corta.
Nuestros pros:
Pero vamos a dejarnos de tanta mala vibra (como dicen nuestros colegas latinos) y vamos con lo bueno que es mucho y más valioso.
- Viajar es sinónimo de aprender. No sólo acerca de la Historia, geografía, cultura, gastronomía o religión de un país. Cuando uno viaja se convierte en una esponja que absorbe todo lo que vive. Uno a aprende a ser más paciente, a valorar las pequeñas cosas, a ser más honesto consigo mismo y con los demás, a buscarse la vida, a ser más resolutivo, a no perder los nervios en situaciones arriesgadas, a escuchar... se aprenden tantas cosas viajando.
Para mí lo más importante: a conocerse más uno mismo y aceptarse en lo bueno y lo malo, y a saber qué es lo que de verdad quieres y no quieres ser. Porque cuando tengas eso claro el qué hacer ya vendrá solo.
Para mí lo más importante: a conocerse más uno mismo y aceptarse en lo bueno y lo malo, y a saber qué es lo que de verdad quieres y no quieres ser. Porque cuando tengas eso claro el qué hacer ya vendrá solo.
- Darte cuenta de que tu capacidad de asombro no tiene fin. Montañas, valles, ríos, playas, volcanes, templos... cada día algo te espera que te dejará con la boca abierta. Si llega un momento en el que ya no lo consigues, es hora de irte a casa y descansar de tanto viaje. Ya habrá tiempo en el futuro de volver a lanzarte.
- Conocer mucha gente. De todos los países y nacionalidades. Practicar inglés, espanglish, alemán, francés y lengua de signos si hace falta. Dejar de lado las vergüenzas y lanzarte a preguntar o a conversar con cualquier desconocido que, en ocasiones, puede acabar siendo tu nuevo compañero de fatigas. Cuando estás lejos de casa, es curioso lo fácil que es hacer amigos. Todos tenemos ganas de conocer y disfrutar, y cuantos más seamos mejor.
Y lo que más nos ha gustado, conocer a la gente local. En la mayoría de los casos siempre con una sonrisa en la boca y la alegría en los ojos. Gente encantadora que te roba el corazón.
Y lo que más nos ha gustado, conocer a la gente local. En la mayoría de los casos siempre con una sonrisa en la boca y la alegría en los ojos. Gente encantadora que te roba el corazón.
- Tu capacidad de superación no tiene límites. Cuando llegamos, éramos mucho más miedosos, sobre todo yo. Andar todo el día bajo el Sol o subir a una montaña era todo un reto. Con el paso del tiempo (y tras mejorar nuestro fondo físico, todo hay que decirlo) te atreves con todo. Que hay que meterse en la selva, allá que vamos; escalar una montaña, ¿por qué no?; recorrer 75km en bici en dos días, chupado...
Mi vértigo cada vez es menor y el pánico de Miguel a volar, bueno ahí está, pero cada vez es más pequeño.
Mi vértigo cada vez es menor y el pánico de Miguel a volar, bueno ahí está, pero cada vez es más pequeño.
- Descubrir habilidades que desconocías. Como comer con palillos como si nada, escalar, reconocer la nacionalidad de una persona por su acento inglés, comunicarte con gente hablando ambos diferentes lenguas,...
- Mejorar tu orientación. Aunque hemos usado mucho el "Maps-me", bastantes veces la batería nos la ha jugado o el camino no aparecía marcado, con lo que nos ha tocado encontrar los sitios a la antigua usanza. Todo un reto en algunos casos, pero con sabor a aventura.
- Valorar más lo que tienes. No tanto lo material como lo personal, aunque no os podéis imaginar cuánto se echa de menos a veces tu sofá, una peli, una buena comida española o la comodidad de tu casa.
Pero lo importante es darte cuenta de lo afortunado que eres por toda la gente que en este tiempo nos ha mandado su apoyo y amor. Es genial sentirse tan querido y arropado incluso cuando estás lejos de tu gente.
- En nuestro caso, viajar en pareja ha sido todo un pro. Al principio no lo teníamos muy claro. Pensábamos que tal vez ibamos a acabar tirándonos de los pelos pero, salvo alguna que otra rencilla normal para el caso, ha sido genial tener al lado a la persona que quieres para vivir juntos cada intenso día. Experimentar juntos todo lo bueno y lo malo de este viaje ha sido lo mejor.
Asimismo, admiramos profundamente a todos los viajeros (que son muchos), que se aventuran sólos, aunque nunca lo están realmente ya que aquí se conoce mucha gente.
Por último, y después de tanta reflexión, os regalamos un párrafo de José Saramago que leímos y nos encantó. Y dice así:
"No es verdad. El viaje no acaba nunca. Solo los viajeros acaban. E incluso estos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en relatos. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: "no hay más que ver", sabía que no era así. El fin de un viaje es sólo el inicio de otro. Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en Primavera lo que se había visto en Verano, ver de día lo que se vio de noche, con el Sol lo que antes se vio bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. El viajero siempre vuelve al camino."
domingo, 24 de enero de 2016
Islas Gili
Tras varios días por Lombok tocaba movimiento. Siguiente parada: las Islas Gili, que son 3: Gili Air, la mediana y más cercana a Lombok; Gili Meno, en el centro, es la más pequeña, despoblada y virgen de las tres; y Gili Trawangan, la más grande y turística.
Estas islas son muchísimo más pequeñas que sus vecinas. En ellas no existe el transporte a motor, solo hay bicicletas y carros tirados por caballos (pobres míos). Todo queda cerca y en algo más de una hora puedes recorrer a pie cualquiera de ellas sin problema.
Un lugar paradisíaco donde relajarnos, nadar, tomar el sol y hacer snorkel.
Como teníamos 4 días pensamos que la mejor opción era instalarnos dos días en una y los otros dos en la otra y, si teníamos tiempo, tal vez usar una mañana para hacer una excursión a la tercera.
Un lugar paradisíaco donde relajarnos, nadar, tomar el sol y hacer snorkel.
Como teníamos 4 días pensamos que la mejor opción era instalarnos dos días en una y los otros dos en la otra y, si teníamos tiempo, tal vez usar una mañana para hacer una excursión a la tercera.
Antes de decidirnos por cuál visitar nos informamos bien y finalmente escogimos Gili Air, por ser el enclave perfecto para bucear y, si teníamos suerte, cruzarnos y nadar con alguna tortuga. La otra elección fue Gili Trawangan, teníamos ganas de pegarnos también alguna juerguecilla, ¿por qué no? Descartamos Gili Meno, pese a leer que tiene las playas más bonitas y solitarias, porque es muy tranquila y tiene menos servicios. Aunque en otras ocasiones hemos buscado sitios como ésta última, esta vez la declinamos, por comodidad y porque eso podía suponer que fuera más cara.
Empezamos por la Air. El ferry público que nos acercó a ella zarpaba a eso de las 10, pero en cosa de 15 minutos ya estábamos llegando. Están realmente cerca. Las vistas desde el barco, increíbles. Por muchas fotos que tomemos nunca terminan de reflejar la realidad.
En media hora más habíamos encontrado un alojamieto a nuestro gusto y estábamos instalados. Solo quedaba alquilar unas gafas y un tubo (nosotros ya teníamos unas) y ¡al agua patos!
¡Cuánta suerte tuvimos! Fue zambullirnos en el agua y enseguida vimos la primera tortuga. Fue genial poder nadar a su lado. Enorme, comiendo entre corales, parecía estar esperándonos para verla y tomarle fotos.
Pero ahí no quedó la cosa, porque no fue sólo una sino tres las que llegamos a ver ese día, además de un montón de peces, corales y demás flora y fauna marina. Una experincia más que sumar a nuestra lista.
Dos horas en remojo nos bastaron para amar aquél lugar.
En media hora más habíamos encontrado un alojamieto a nuestro gusto y estábamos instalados. Solo quedaba alquilar unas gafas y un tubo (nosotros ya teníamos unas) y ¡al agua patos!
¡Cuánta suerte tuvimos! Fue zambullirnos en el agua y enseguida vimos la primera tortuga. Fue genial poder nadar a su lado. Enorme, comiendo entre corales, parecía estar esperándonos para verla y tomarle fotos.
Pero ahí no quedó la cosa, porque no fue sólo una sino tres las que llegamos a ver ese día, además de un montón de peces, corales y demás flora y fauna marina. Una experincia más que sumar a nuestra lista.
Dos horas en remojo nos bastaron para amar aquél lugar.
Cansados de tanto bracear y con la espalda y el culo colorados de estar tanto tiempo mirando el fondo del mar, buscamos un Warung para comer algún plato típico. Tras ésto, descansamos un rato en nuestro bungalow y salimos a patear. Como antes os contábamos puedes dar la vuelta a la isla en poco tiempo, y ese era el plan. Pero, como no, teníamos que hacer alguna parada para darnos algún chapuzón en esas turquesas y calientes aguas y para disfrutar del ocaso.
Un día de 10, para una isla de 11.
Un día de 10, para una isla de 11.
El día siguiente seguimos la misma dinámica. Baños, snorkel, sol, atardeceres... y, aunque esta vez no tuvimos tanta suerte de encontrarnos con alguna de nuestras amigas, volvimos a disfrutar un montón entre los peces del arrecife.
El colofón: un concierto de música reggae por la noche en un bar de tapas españolas que nos recomendaron unas chicas por el camino. Nunca un pincho de tortilla me había estado tan rico.
El colofón: un concierto de música reggae por la noche en un bar de tapas españolas que nos recomendaron unas chicas por el camino. Nunca un pincho de tortilla me había estado tan rico.
Pero tocaba cambiar de isla, aunque de muy buena gana nos podríamos haber quedado allí el resto de los días.
A la mañana siguiente tomaríamos un bote a la Gili Trawangan. Allí conocimos a una pareja de egipcio y alemana (Ibrahim e Irina) que nos acompañarían el resto de nuestros días en Indonesia.
Nos hospedamos en el que para mí ha sido el mejor hotel de todos: el Woostock. Unos enormes bungalows preciosos, alrededor de una piscina, con un ambiente y un personal insuperable, bueno sí, solo por sus pedazo de desayunos. Excelente.
En Trawangan tuvimos suerte y pudimos ver a otra tortuga. Esta era más pequeña y rápida que las demás y fue todo un reto perseguirla.
Más comida, siestas, sol y mucha piscina nos acompañaron en la tarde y a la noche tocaba salir a ver la famosa juerga de la isla.
No se dió nada mal, aunque en la noche reina el ambiente norteamericano y australiano, es decir, tomar chupitos hasta desmayarse y beber con todo tipo de juegos para seguir a gatas, bailando los últimos existos más comerciales.
Nosotros a lo nuestro claro, hasta que llegó la lluvia. Habíamos tenido mucha suerte hasta ahora. Empezó con unas cuantas gotas que dieron paso a un llover a cubazos durante varias horas (menos mal que el garito donde estábamos estaba cerrado), hasta que la calle se convirtió en un río.
Fue toda una aventura volver a casa, con el agua por encima de los tobillos en muchos tramos. Una noche muy divertida.
A la mañana siguiente tomaríamos un bote a la Gili Trawangan. Allí conocimos a una pareja de egipcio y alemana (Ibrahim e Irina) que nos acompañarían el resto de nuestros días en Indonesia.
Nos hospedamos en el que para mí ha sido el mejor hotel de todos: el Woostock. Unos enormes bungalows preciosos, alrededor de una piscina, con un ambiente y un personal insuperable, bueno sí, solo por sus pedazo de desayunos. Excelente.
En Trawangan tuvimos suerte y pudimos ver a otra tortuga. Esta era más pequeña y rápida que las demás y fue todo un reto perseguirla.
Más comida, siestas, sol y mucha piscina nos acompañaron en la tarde y a la noche tocaba salir a ver la famosa juerga de la isla.
No se dió nada mal, aunque en la noche reina el ambiente norteamericano y australiano, es decir, tomar chupitos hasta desmayarse y beber con todo tipo de juegos para seguir a gatas, bailando los últimos existos más comerciales.
Nosotros a lo nuestro claro, hasta que llegó la lluvia. Habíamos tenido mucha suerte hasta ahora. Empezó con unas cuantas gotas que dieron paso a un llover a cubazos durante varias horas (menos mal que el garito donde estábamos estaba cerrado), hasta que la calle se convirtió en un río.
Fue toda una aventura volver a casa, con el agua por encima de los tobillos en muchos tramos. Una noche muy divertida.
Al día siguiente y, viendo que el tiempo estaba revuelto, pasamos de ir a Gili Meno, no fuera a ser que se pegara el día diluviando. Hicimos bien. A eso de la 1-2 del mediodía comenzó y ya no paró. Menos mal que pudimos disfrutar un poco antes de la piscina y la playa, porque el resto del día, como os imaginais, nos tocó estar encerrados en el bungalow poniendo al día el blog y descansando.
La noche volvió a darnos tregua. Conocimos a una pareja más (Pablo y Gaby). Dos mejicanos súper simpáticos con los que acabamos tomando unas cervezas al son de un concierto en la playa.
La noche volvió a darnos tregua. Conocimos a una pareja más (Pablo y Gaby). Dos mejicanos súper simpáticos con los que acabamos tomando unas cervezas al son de un concierto en la playa.
Como veís 4 días estupendos en unas islas que no tienen nada que envidiarle a las de Tailandia y de las que volvimos completamente enamorados.
Hoy ya de vuelta a Bali. Esta vez en un bote rápido para aprovechar un poco el día, despedirnos de la playa y de este país que tantísimo nos gusta.
Hoy ya de vuelta a Bali. Esta vez en un bote rápido para aprovechar un poco el día, despedirnos de la playa y de este país que tantísimo nos gusta.
sábado, 23 de enero de 2016
Nusa Tenggara. Primera parada: Lombok
Los últimos días habían sido una paliza. Avión, moto,
nervios, ascenso hasta el Infierno...ahora tocaba nuestro merecido
descanso.
Para ello, ¿qué mejor que una semana en la provincia indonesia de Nusa Tenggara? Esta provincia la forman islas como Lombok, Islas Gili, Sumbawa, Komodo o Flores y, aunque necesitas al menos un mes para ver suficiente, nosotros queríamos pasar aunque fuera una semana en las islas más cercanas: la tropical isla de Lombok y las paradisíacas Islas Gili.
Para ello, ¿qué mejor que una semana en la provincia indonesia de Nusa Tenggara? Esta provincia la forman islas como Lombok, Islas Gili, Sumbawa, Komodo o Flores y, aunque necesitas al menos un mes para ver suficiente, nosotros queríamos pasar aunque fuera una semana en las islas más cercanas: la tropical isla de Lombok y las paradisíacas Islas Gili.
Nuestro primer destino fue Lombok, la hermana
menos conocida de Bali. Ésto hace que sea una isla mucho menos
masificada, lo que nos facilitó poder disfrutar al detalle de una isla
mucho más virgen y natural. Disfrutamos mucho recorriéndola de Sur a
Norte.
Para llegar hasta esta isla tuvimos que coger una
minivan hasta Padangbai y luego un bote que nos dejó en Lombok. Sí, en
Lombok pero lejos del pueblo al que íbamos y al que, muy amablemente,
nos prometió el chico de la agencia (si lo pillo lo mato) que
llegaríamos. En cambio nos dejó el barco en un puerto a unos 25 km de
Senggigi, nuestro pueblo base desde el que salir a ver la isla. Tuvimos
que arreglárnoslas para llegar pero ya somos perros viejos.
Llegados
a Senggigi, pueblo situado en el centro costero de la isla, pudimos
comprobar lo que pensábamos, que en él teníamos todas las facilidades
que necesitábamos para asaltar nuestros itinerarios (ya preparados
previamente por Marina) de los próximos días.
Tras
encontrar alojamiento y arreglar lo del alquiler de la moto, decimoctava
y última en el viaje, nos dispusimos a inspeccionar los alrededores del
pueblo. Empezando, como no, por su playa. En Lombok todas las playas
son bonitas y ésta para empezar no estuvo mal, más aún cuando subimos al
bar a tomar una cerveza happy hour frente a la puesta del Sol sobre el Mar.
Al
día siguiente empezaba lo bueno, 60km hacia la sureña región de Kuta
Lombok, por el centro de la isla entre campos de arrozales para llegar a
la primera parada: el puble de Gerupuk (en la bahía del mismo
nombre), un pueblo pescador famoso por tener un rompiente muy propicio
para el surf. La segunda parada, a sólo un par de kilómetros, la playa
de Tanjung An, puede que una de las 3 mejores de todas en las que hemos estado en estos 4 meses, alucinante.Tanjung
debe significar "bahía" porque se enclava dentro de una enorme bahía en
la que la roca, la arena y el color turquesa del agua resultaron un
estímulo tremendo para la vista. En su centro, un columpio de madera
sobre el agua en el cual se leen las palabras "sama sama" ("de nada").
Más visual si cabe aún, fue cuando subimos a la colina Oeste de la
misma, desde la cual se divisa por completo toda esta maravillosa playa.
A continuación, las playas Princess Mandalika, Kuta Beach (igual que en Bali, se rompen los sesos con los nombres) y Aleguring, donde comimos.
Para acabar dos playas más, la famosa entre los surfers por sus olas Mawi Beach y la casi inaccesible para nosotros (el "MapsMe" nos metió por todo el campo), Selong Belanak, que es la segunda mejor de toda la isla en mi opinión, otra pasada.
Tras
todo un día visitando las playas del Sur, volvimos al pueblo para
despedir el día en el mirador junto a los lugareños. Una buena cena y a
dormir que al día siguiente venían curvas.
La ruta del siguiente día consistía en ir hacia el Norte (unos 80 km) hasta Senaru, pueblo situado a las faldas del volcán Rinjani.
En este caso no para visitar el famoso volcán (por ser un trekking de 3
días, demasiado tiempo, y más tras la aventura del Ijen), sino para
adentrarnos en los bosques bajo la montaña en busca de las famosas
cascadas de Sendang Gile y Tiu Kelep.
La
primera era la más accesible, una preciosa catarata de 25 metros en
varios niveles que salía directamente de la vegetación de la pared de la
montaña. Difícil de superar.
Difícil pero superada por
la segunda de ellas, puede que la mejor de todas las que hemos visto y,
sin duda la más selvática y verde.
Tras una media hora de camino río arriba, a veces por la ribera, a veces por el propio río, llegamos a la increíble Tiu Kelep. Tremendo salto de agua de 30 metros que se divide en decenas de chorros menores que, junto con el verde de la selva, nos dejó con la boca abierta.
Al ser tan alto el salto de agua y al haber tanta, se formaba un "chirimiri" muy fino que, al condensarse, creaba nubes sobre el río y que nos empapó por completo incluso antes de llegar al fondo de la cascada.
Bajo la misma se situaba una enorme piscina natural. Habíamos ido con la idea de bañarnos pero, visto que ya estábamos empapados y que el agua estaba helada, decidimos quedarnos observando la belleza que se alzaba delante de nuestros ojos hasta cansarnos.
Al volver nos cruzamos con una horda de domingueros locales que, seguramente, invadieron las cascadas. Suerte que fiumos temprano.
Tras una media hora de camino río arriba, a veces por la ribera, a veces por el propio río, llegamos a la increíble Tiu Kelep. Tremendo salto de agua de 30 metros que se divide en decenas de chorros menores que, junto con el verde de la selva, nos dejó con la boca abierta.
Al ser tan alto el salto de agua y al haber tanta, se formaba un "chirimiri" muy fino que, al condensarse, creaba nubes sobre el río y que nos empapó por completo incluso antes de llegar al fondo de la cascada.
Bajo la misma se situaba una enorme piscina natural. Habíamos ido con la idea de bañarnos pero, visto que ya estábamos empapados y que el agua estaba helada, decidimos quedarnos observando la belleza que se alzaba delante de nuestros ojos hasta cansarnos.
Al volver nos cruzamos con una horda de domingueros locales que, seguramente, invadieron las cascadas. Suerte que fiumos temprano.
A la tarde fuimos a la playa del pueblo de Bangsal y, antes del atardecer, nos dio tiempo para visitar uno de los pocos templos hinduistas de Lombok, el Pura Batu Bolong, situado a orillas del mar y orientado al Oeste.
La siguiente parada será las paradisíacas Islas Gili. Pero antes, una fotillos de Lombok.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)