jueves, 18 de mayo de 2017

Nuestro segundo viaje en vídeo

Ya le estamos cogiendo el gustillo a esto del editor de vídeos y como más vale tarde que nunca, aquí lo tenéis, por fin.
Como pasó con el otro, blogger no nos permite subir un vídeo tan grande, así que os dejamos el enlace a Youtube para que podáis disfrutar, en imágenes, de lo que vivimos en esta segunda etapa de nuestras aventuras asiáticas.

¡Esperamos que os guste!

https://www.youtube.com/watch?v=L2tmh9GeVyo

miércoles, 5 de abril de 2017

Las Islas Filipinas

Las Islas Filipinas... ¿por qué ir? Pues... porque sí.
Por saber a qué huele el Océano Pacífico. Por ver la forma desde el cielo de ese enorme archipiélago. Por el sabor del la sal en tu cuerpo tras un día entre el mar y el viento. Y así sentir, ya desde el primer día, todo eso y mucho más tomando una "San Miguel" fresquita en el paseo marítimo de "Puerto Princesa".

El Sol ya asomaba en Port Barton justo al momento de embarcar, y el áspero tacto de aquel barquito contrastaba con el suave sonido del oleaje mañanero. Empezaba el traqueteo...
El movimiento de la barca, esa que tantos momentos de paz nos ha brindado, desde arriba o en el agua, había venido para quedarse. Y debajo, el arrecife. Allí nos reencontramos con los peces, con las algas, las tortugas, el coral y las corrientes. 

Nada en Filipinas se entiende sin el Mar. La gente pesca allí, también navegan, y a nosotros nos llevan de una isla a otra para enseñarnos sus secretos. Y así, las lagunas naturales de "El Nido" nos son descubiertas. Las rocas que asoman en el agua, las playas más secretas y los islotes donde viven las estrellas de mar. 
Las sardinas de Moalboal nos escoltan hacia el azul más azul y, mientras los buzos se adentran, nosotros jugamos con esa tortuga que rebusca entre los corales. 
Es cuando el aire se enturbia y aparece la lluvia. Aún así nadie se esconde, sigue habiendo gente, y siempre hay un "hello sir" o un "trycicle madamme". Cuántos niños y qué de sonrisas entre los charcos.

Tras el agua está la tierra, por ejemplo en "Siquijor". Allí están los hombres del Mar. Con esa magia filipina, la mística de cada pueblo o cada capilla "ni Cristo". Y tras una iglesia, un río; y más allá, una cascada; luego aparece un bosque; y dentro, otro pueblo.

Las islas más profundas nos enseñan que, en su interior, también hay montañas. Además tienen bosques, árboles y praderas. En "Bohol" hasta hay un río (el "Loboc") y, a su alrededor, hay unas colinas. Las de "chocolate", claro, donde no se divisa otra cosa en el horizonte. Pero si miras de cerca, muy de cerca, podrás encontrar seres extraños. Animales de tierras remotas. El más particular es ese animalillo que duerme de día y que, de noche, se aferra a las ramas del bambú y observa qué se mueve por ahí con sus ojazos: ese es el mono "Tarsier". ¡Vaya suerte haberlos visto a varios de esos enanos!

En las islas más grandes se agrupan muchos, y allí es donde aparece la civilización. Ciudades relativamente modernas donde nos encontramos ministerios, fortalezas, banderas y catedrales. Todas con ese aire pirata y colonial que nos es tan familiar. Así son Cebú y Manila. Mucha gente, sí; también calor y humedad. Pero, ¿y las sonrisas de todos? ¿Y los saludos furtivos entre la multitud? Es difícil de explicar. Más aún su extraña modernidad: los rascacielos, ¡el Jollibee!, esas chicas con sus móviles bañadas en crema con "whitening". Es un choque cultural.

Y, ya está. "Salamat" filipinos. Aunque en realidad es más. Nos dejamos la mitad, la calma de "Siargao", ¡la fiesta de "Boracay"; el buceo en "Coron", la belleza visual de los arrozales del Norte de "Luzón" y otras muchas experiencias en paradisíacas islas como "Bantayan" o "Malapascua". Sin olvidar al tiburón ballena en libertad (hablo de "Donsol"). Pero las palabras se me acaban y no puedo explicar todo lo que este sitio significa. Si tenéis curiosidad, pues aquí están y no creo que vayan a ninguna parte. Hay que venir. 

Bueno, aún me quedan tres palabras más: Las Islas Filipinas 








domingo, 2 de abril de 2017

Manila, lo último de Filipinas.

Se acabó la playa. Y menos mal en parte, porque vaya tela de quemaos y requemaos que llevo en mis espaldas. Ahora, y para terminar, dos días en la Capital para aprender un poco de historia y despedirnos como se merece de este país inolvidable.
Como de costumbre, antes de llegar a la habitación del hotel, había que pasar por una serie de desagradables experiencias: otro avión (y ya van seis), caminata de dos kilómetros con las mochilas a la espalda y la inestimable colaboración de todo filipino presente para agobiarte aún más tratando de venderte lo que sea y como sea; y más calor que qué, todo un clásico.

Todos sabemos que estas islas fueron colonia española por un tiempo. Hasta su nombre se lo deben al Rey Felipe II. Durante algo más de 300 años pertenecieron a la Corona hasta que una serie de acontecimientos hicieron que, primero pasara a otras manos, y finalmente lograran su Independencia. Básicamente en esta historia hubo tres protagonistas principales: España, el Pueblo filipino y los Estados Unidos. Y caminando por la ciudad se aprecian los vestigios de cada uno. No olvidemos que de ésto hace ya más de cien años.

Tras deshacernos del peso físico y mental del viaje, nos pusimos en marcha. Al estar muy céntrico nuestro hostel, podíamos atrevernos a hacer nuestro primer trayecto a pie. Empezamos por el malecón de Manila, concretamente la "Avenida de Roxas", donde nos dirigimos al primer punto de interés: el "Parque de Rizal".
Este parque debe su nombre a José de Rizal, un ilustre médico, escritor y  nacionalista que contribuyó a la Independencia de su país y que dio la vida por ello. No es casualidad la ubicación de este parque, ya que fue aquí donde fue fusilado (por los españoles, instigados por la Iglesia, qué raro). Justo en el lugar de su ejecución podemos ver un conjunto de esculturas, realmente impresionantes, que reflejan el momento de su muerte.
Más allá de ésto, el parque tiene varios jardines (el chino, el japonés y el de la orquídeas), bustos de héroes nativos y varios monumentos.
Tras el parque, nos dirigimos al mayor punto de interés de la ciudad, "Intramuros". No sin antes pasar por el Museo Nacional de Antropología que, al igual que los jardines del parque y otros lugares, era gratis por tiempo limitado (Marzo es el mes de las mujeres y casi todo es gratis).
No decepcionó.
Y, al fin, el famoso Intramuros. Aquí es donde se aprecia toda la herencia española de la ciudad. Con una estética similar a algunas ciudades ilustres de nuestro país, nos fue impregnando de su aire colonial mientras visitábamos lugares como la Iglesia de San Agustín, la Catedral y, por supuesto, el Fuerte de Santiago. En este lugar es donde quedamos más impresionados. Dentro de cual pudimos entrar en el Museo de José de Rizal donde aprendimos todo lo que hay que saber de este héroe-mártir nacional.
Al salir del Fuerte, el cansancio ya era demasiado notable y el dolor de piernas y pies nos obligó a volver en metro al hotel. Y, tras unas cervezas en la terraza que tenemos en la azotea, nos fuimos a dormir ¡de una vez ya!

Al día siguiente, decidimos pillar el metro otra vez para empezar por el barrio chino que, como otros barrios chinos, no tiene gran cosa más allá de muchos chinos. Se debe al hermetismo de su cultura, no se dejan conocer demasiado.
La noche anterior nos percatamos de que habíamos cometido un error dejándonos sin visitar la "Casa Manila", en Intramuros. Así que enmendamos el error y volvimos para hacer la visita. Estuvo muy bien porque nos enseñaron con detalle como eran las casas del Centro durante la época colonial. A Marina le gustó mucho.
Y tras tanta Historia, ya tocaba volver al presente. El de los centros comerciales, los distritos financieros y la gente. El de las diferencias sociales. El del dolor y la impotencia de ver tanta pobreza, tanto maltrato animal por las calles, tantas caras sucias y niños durmiendo en la aceras. Con cerrar los ojos no vale, tampoco mirando a otra parte.
La mierda de las calles de los barrios más humildes contrasta con la pulcritud del "Mall of Asia", el centro comercial más grande del Continente. Lugar donde decidimos ir para comprar algún souvenir del país. También comimos allí.
Después y, tras una odisea en jeepney, metro y autobús, llegamos a "Makati" (el barrio pijo). Los parques inmaculados, los rascacielos, restaurantes, incluso miniciudades exclusivas cerradas al pueblo y turistas, tomaban protagonismo. Visualmente es bonito y pasamos un buen rato entre gigantes relucientes, pero tras el toque de humildad que te provoca haber pasado, horas antes, por lo bajos fondos, casi te da coraje. Entre eso y que empezó a chispear, no estuvimos demasiado tiempo por la zona acomodada de esta gran Capital.
Volvimos en un taxi sorprendentemente barato y, ya liberados de todo plan, nos tomamos una merecida cena y unas copas en nuestra azotea favorita.
No sé si me dejo algo, porque ya llevo un par de rones en el cuerpo y estamos cansaditos. Pero, más o menos, creo que está todo.
Ya mañana nos volvemos pero os anunciamos que aún quedan cositas en el blog. El post resumen de Islas Filipinas y, lo antes posible, el vídeo de estos 23 días maravillosos.
Ahí quedan esas fotitos. Gracias a los que nos seguis.

sábado, 1 de abril de 2017

¿Eres de playa o de montaña? Bohol y Panglao

Con mucha pena teníamos que dejar nuestra querida isla de Siquijor.
Nos quedaban solo seis días de viaje y había que aprovechar.
En este caso tendríamos que volver a coger un ferry, ya el último, y dirigirnos a la isla de Bohol. Concretamente a su capital, "Tagbilaran". Allí atracaban los barcos de diferetes puntos de Filipinas y era el lugar donde, unos días más tarde, tendríamos que regresar para tomar el vuelo a Manila, la última parada.

Bohol pertenece a las "Visayas" y es una de las islas más grandes del país. Unida a ella por dos puentes, encontramos la isla de "Panglao", más turística en cuanto a alojamiento, playas y buceo; aunque ambas ofrecen un montón de actividades de todo tipo para disfrute del que va a conocerlas.
Nosotros, tras leer opiniones, no teníamos muy claro donde quedarnos pero finalmente elegimos la turística "Alona Beach" en Panglao que, aunque era una especie de Benidorm, tenía mucha más oferta hotelera y de servicios que el resto de la isla. Sería nuestra base para los siguientes días.

Nada más bajar del ferry nos unimos a otro grupo de guiris que, al igual que nosotros, no estaban dispuestos a pagar los precios abusivos que nos pedían para ir a Alona. Y haciendo presión conseguimos un precio inmejorable. Claro, nos tocó meternos diez en una van cual sardinas enlatadas durante 30-40 minutos.
Fue allí donde conocimos a Laura y Marta, dos catalanas (últimamente solo nos cruzamos gente de allí), con las que acabamos compartiendo habitación en el Barns Backpackers al ver los precios altísimos de las habitaciones privadas en varios sitios.
Parecía que la jugada nos iba saliendo. Sólo quedaba que el tiempo acompañase, es que habíamos visto en las previsiones posibles tormentas.
Ese día, como suele pasar siempre que cambias de destino, aquí ya estaba "perdido" en cuanto a visitas. Así que aprovechamos para echar un vistazo al pueblo, buscar una lavandería, fichar algún alquiler de motos para el día siguiente, descansar y ponernos al día con el blog.

A la mañana siguiente bien temprano arrancamos. La noche anterior nos quedamos fritos superpronto así que no hizo falta ni poner el despertador. Unos minutos después, ya estábamos subidos en la scooter camino de "Bohol" con intención de hacer una buena ruta.
Una vez cruzamos uno de los puentes dirección "Loboc", comenzamos a hacer paradas: El Blood Compact Site, escultura que recrea el "pacto de sangre" entre los españoles y los autóctonos en 1965; los pueblos de "Baclayan" y "Alburquerque" con sus respectivas iglesias; recorrimos la carretera que atraviesa el "Man Made Forest" (un increible bosque que, como su nombre indica, fue hecho por el hombre); un puente colgante de bambú, etc... Ya en "Loboc" paramos en el "Centro de Conservación y Santuario de los Tarsier", los monos más pequeños del mundo con unos 15cm de tamaño. ¡Qué monos! Y nunca mejor dicho...
En esta etapa estuvimos dudando si acudir o no al centro, como siempre inentamos hacer turismo responsable sin maltrato animal. El centro es un santuario y, es cierto que los animalitos estaban bien cuidados, lo que no tenemos claro es si para estos pequeños animales nocturnos supone mucho estrés estar expuestos de dia por mucha sombra y oscuridad que se les brinde. En este punto queda pensar que el dinero de la entrada es para su conservación.

Tras esta parada nos dirigimos a uno de los mayores atractivos de Bohol, las "Cholat Hills" o colinas de chocolate. Estas formaciones montañosas se reparten a decenas adquieren una tonalidad marrón y verde, sobre todo en la estacion seca. Un paisaje increíble y único el que ofrece su mirador. Estuvimos a punto de intentar adentrarnos y escalar a alguna de ellas, pero no teníamos muy claro el camino ni sabíamos si se podría y, como comenzó a chispear, desistimos.
Tocaba rehacer el camino de vuelta, pero antes paramos a hacer una tursitada. Un pequeño crucero por el río Loboc surcando sus azules aguas mientras nos poníamos púos en un buffet. Durante el recorrido, además, nos ofrecían música en directo y una pequeña parada para ver unos bailes tradicionales donde intervenían unas jóvenes saltando unas cañas de bambú al son de la música.
Aunque no nos acercamos, por la zona también vimos que habían centros de escoturismo y aventura: tirolinas, quads... muchas opciones para entretenerse.
Como el día estaba nublado y no sabíamos como acabaría la cosa, decidimos volver a Panglao, donde nos acercamos a ver una playa que escuchamos que estaba plagada de estrellas de mar Se ubicaba al noroeste de la isla, allí tomamos una cerveza y vimos el atardecer.
Tocaba regresar a Alona, devolver la moto, comer algo y descansar.

A la mañana siguiente a eso de las 5:30 sonaba el despertador. Habíamos decidido contratar una excursión a la cercana isla de "Balicasag", paraíso de buceadores para disfrutar de un buen snorkel con sus geniales arrecifes de coral, peces y tortugas.
La excursión salía tan temprano porque a primera hora se acude a una zona de avistamiento de delfines. Esta parte no nos gustó nada. Habían demasiados barcos que perseguían y rodeaban a los animales en la distancia pero, aún así, creo que no era bueno para ellos. En este punto tal vez nos equivocamos participando.  No lo recomendamos.
La excursión también incluía una visita a la "Virgin Island", un montículo de arena lleno de puestos de comida que te cocinaban los peces, mariscos y moluscos al momento. Esta parte tampoco nos gustó mucho, había mucha gente y encima se puso a llover a cántaros.
Supongo que si nos hubiéramos informado mejor tal vez hubiéramos optado por acoplarnos en alguna lancha de buzos donde, mientras ellos hacían sus inmersiones, nosotros hubiéramos disfrutado también del increíble fondo marino que Balicasag te ofrece hasta con snorkel. Bueno, lo hecho hecho está.
Teníamos toda la tarde por delante aún y parecía que el tiempo se calmó. Y como el Sol volvió a salir, aprovechamos para acercarnos a la playa de "Dumaluan", a solo 5-6 km, que resultó ser todo un acierto y nos encantó.
Allí nos encontramos con nuestras compis de cuarto con las que compartimos el trycicle de vuelta y con las que nos fuimos a cenar y a tomar unos "Tanduay's" (el ron local).

En resumen, tres días que disfrutamos mucho. Y para que lo veáis, ahí van las fotos.